Este fin de semana comienza por fin la Liga ACB. Después de tantos meses de espera todos tenemos ganas de que empiecen los partidos y veamos competir a los equipos con sus nuevos fichajes. Los malagueños tenemos una especial ilusión un año más gracias a que se ha hecho un fenomenal trabajo para confeccionar un equipo con hambre y ambición que, además, ha mostrado magníficas sensaciones en pretemporada. Con el comienzo de la competición se da inicio también a las retransmisiones televisivas, el mayor defecto que tiene la Liga. El producto ACB está muy mal vendido por Televisión Española, canal que tiene los derechos para retransmitir los partidos en las últimas temporadas. Siento que el baloncesto tiene un enorme atractivo y que podría enganchar al público si se tratase con mayor cariño y dedicación por el canal estatal en cuestión. Sólo hay que comprobar cómo otros canales tienen muy buenas audiencias cuando retransmiten competiciones internacionales de la selección española, haciéndolo con más dedicación y cobertura pero sobre todo con mayor ilusión que lo que demuestra la televisión pública.

Sí es cierto que la televisión ha mejorado el espectáculo que ya de por sí es un partido de baloncesto con algunos detalles muy interesantes para los televidentes. Uno de esos detalles es introducir una cámara y un micrófono en los tiempos muertos de los entrenadores. Así tienes la oportunidad de aprender ciertos detalles tácticos que los diferentes entrenadores pueden plantear en sus equipos, aunque en muchos casos se usan nomenclaturas que son afines para la gente del baloncesto pero que no conocen la mayoría de los espectadores que están delante de la televisión y que no son entendidos en nuestro deporte. Esta retransmisión de un momento tan íntimo dentro de un equipo se convirtió en una norma de obligatorio cumplimiento puesto que había entrenadores contrarios a que una cámara mostrara a todos qué pasaba en su tiempo muerto. Sin ir más lejos, todos podemos recordar que en la época de Aito García Remeses en Málaga dirigiendo el Unicaja fue multado por no permitir que la cámara de televisión recogiera qué sucedía en uno de los tiempos muertos.

Yo soy entrenador de baloncesto de formación y me encanta ver y escuchar a los entrenadores en sus tiempos muertos. Me parece un detalle de una gran riqueza. Y lo hago no sólo en los partidos televisados. Me gusta mucho ver partidos de cantera detrás de los banquillos para observar a los entrenadores y estar lo suficientemente cerca para oír sus tiempos muertos. En esos tiempos muertos televisados me llaman poderosamente la atención dos detalles. El primero, sin conocer personalmente a los entrenadores que han dirigido a los equipos ACB estos últimos años, da la impresión en muchos casos de que actúan en esos tiempos muertos, donde dan instrucciones a sus jugadores pensando en el micrófono que recoge sus palabras. Algunos parecen filósofos, más pendientes de dar una frase que muestre lo psicólogo que es en vez de ofrecer recursos tácticos a sus jugadores en función de lo que está pasando en la cancha. Muchos de esos tiempos muertos llenos de filosofía después se pueden ver en el canal Youtube como ejemplos de tiempos muertos fantásticos. Es algo que me parece curioso pero, como digo, no conozco personalmente a esos entren adores como para juzgar si de verdad están actuando (es la impresión que me da) o se expresan así siempre hasta fuera de la cancha.

El segundo detalle sí me parece enormemente sorprendente. En la gran mayoría de esos tiempos muertos televisados (un 90% de ellos al menos) no se habla nunca de defensa. ¡Es algo increíble! En un deporte donde la defensa debe tener como mínimo un 50% de importancia, los entrenadores se dedican casi siempre en sus tiempos muertos a hablar del ataque, dibujando en su pizarra el sistema ofensivo que va a ejecutar su equipo en la siguiente posesión que tengan, sistema que, puedo garantizaros, entrenamos todos los días sin descanso y que los jugadores saben y conocen perfectamente. Esto no lo puedo entender.

Estaré atento esta temporada por si aprendemos algo nuevo defensivamente en estos tiempos muertos o todo sigue igual.