La pulcra abogada del Estado, en funciones de vicepresidenta del Gobierno de España, ofreció el viernes una rueda de prensa en la que utilizó un viejo recurso de la era Reagan para desacreditar a los parados y a las prestaciones por desempleo. La poderosa vicepresidenta -por ambición propia y deméritos ajenos- dijo que había 520.000 parados que estaban cobrando fraudulentamente su prestación, una cifra escandalosa de ser cierta, que no lo era.

La estrategia de denunciar el fraude en las prestaciones sociales para luego convertir lo residual en categoría ya la inventó el círculo de asesores de Reagan. Si le molestaba el seguro sanitario, detectaba cuatro abusos y lanzaba una campaña política y mediática para convertir el abuso en norma. Y luego se cargaba el sistema de protección social. Es un truco tan viejo como la vida, que funciona en sociedades individualistas, como la estadounidense, o envidiosas como la española.

Lo bueno de esta metedura de pata es que ha obligado a hacer algunas cuentas. Y ha puesto de manifiesto el abuso del Gobierno de España, el abandono de sus hombres y mujeres sin empleo. Cualquiera que supiera un poco de estadística habría sospechado del dato: si en España, según datos oficiales, hay 2.880.000 personas (redondeando) cobrando una prestación, la cifra mentirosa de la mentirosa Soraya elevaría el fraude al 18% de los desempleados. Una barbaridad incluso en Italia o Grecia. Pero se ve que Soraya sabe más de engaños que de estadísticas, siendo dos cosas muy parecidas, como todo el mundo sabe.

Gracias a Soraya, pues, hemos sabido que en España, con seis millones de parados, sólo cobran una prestación 2.880.000, esto es, poco más del 64%. A este indicador se le llama «tasa de cobertura», y está en sus niveles más bajos de la historia democrática española. Gracias a Soraya el viernes descubrimos que hay 1.620.000 desempleados que no cobran ningún tipo de prestación, lo que supone un drama social incuestionable. Y también gracias a Soraya hemos descubierto de repente que hay un millón de españoles que figuran en las estadísticas de desempleo pero que ni perciben su merecida prestación, ni la esperan, ni nada que se le parezca. Un millón de españoles en el limbo estadístico que ni siquiera pueden soñar con salarios en diferido, al estilo Cospedal y Bárcenas, porque no parece que existan para la administración laboral de este país.

Así que, al fin y al cabo, hoy tenemos que celebrar que la estudiosa Soraya Sáenz no tenga ni la más remota idea de estadística. Gracias a su profunda ignorancia y a su demostrada soberbia, tenemos más datos del abismo social al que nos están abocando las medidas del Gobierno que preside Rajoy bajo la sagrada advocación de Ronald Reagan. Cualquier día de éstos invadimos Granada. Tiempo al tiempo.