Los partidarios de la crisis sostienen que espabila a la gente. Podríamos decir que la crisis nos vuelve idiotas y equivocarnos igual que los que afirman lo contrario. Dependerá del saldo. Tanto si estás en paro como su trabajas sabe que no nos hace mejores. Se oyen pijadas nuevas, por ejemplo que está muy bien fracasar y que hay que hacerlo unas cuantas veces para triunfar. Aceptemos ese discurso dual: dado el momento de rescate de los ciudadanos a los bancos y de, en justa correspondencia, restricción del crédito a los ciudadanos, sean consumidores, sean empresarios, es fácil conocer a gente que no tiene dinero para triunfar y que, por tanto, no se pueden permitir fracasar siquiera una vez. En fin, la fe consiste en creer en lo que no se ve.

A veces se ven cosas que no se creen. Hace un par de años fui a abrir una cuenta de ahorro a un banco, una suma modesta pero, al fin, una transacción de esas en las uno pone el dinero y el banco las manos. La entidad te da, más o menos, lo que se zampará la inflación y, a cambio, sólo te roe con comisiones de mantenimiento en la obligatoria cuenta corriente asociada donde, un dinero que no les da nada que hacer, que lo ganas, lo ingresas, lo vigilas por Internet y lo sacas en una máquina tú, va gastándose como las viejas monedas de oro se iban desgastando, limadas por unos y otros.

Una causa de la crisis es la alegría con la que los bancos dieron crédito y una consecuencia, cuanta tristeza producen recuperándolo. Desconfían y quieren saber todo de ti, aunque no hay manera de que tú sepas algo de ellos y, así, imponer sea apostar. Pero que pongan inconvenientes cuando vas a dar dinero como si lo fueras a pedir, no es muy inteligente. Todo iba bien hasta, pregunta mediante, respondí que era periodista.

-Vaya... ¿freelance?

Se sabe que esta profesión está mal pero vean cómo se manifiestan los espabilados de esta crisis.