La tan renombrada crisis ha tenido también múltiples impactos en la forma con la que, tradicionalmente, Cruz Roja atendía a las personas. En las puertas de nuestras sedes se ha multiplicado diariamente el número de personas que, como último recurso, vienen en busca de ayudas, de acompañamientos, o simplemente de alguien que le escuche y se interese por su situación.

Generar una respuesta acorde a las posibilidades de la institución, ordenada y estandarizada, suponía un reto organizacional. Combatir las colas de acceso, minimizar los efectos vergonzantes y dignificar la atención a la persona se complicaba aún más al no disponer de espacios físicos adecuados en nuestra sede y tener una importante dispersión de centros de actividad por toda la ciudad de Málaga.

Por ello, recientemente, la Asamblea Local de Cruz Roja Española en Málaga ha puesto en marcha el Servicio Integral de Atención (SIAM). Este servicio ha supuesto un cambio en el modelo de intervención con la persona usuaria y en el proceso de su atención. Tiene dos premisas fundamentales: un trato integral, en el que se ofrecen todas las respuestas posibles, internas o externas (mediante derivación a entidades especializadas), en función de las necesidades detectadas y el perfil de la persona; y una atención inclusiva con la estandarización de un plan personalizado de atención para cada usuario o usuaria, basado en el compromiso mutuo (institución-persona) y que tiene como objetivo último modificar la situación de exclusión del/la participante.

El proceso de atención se divide además en tres momentos diferenciados: acogida y diagnóstico social, donde entrevistamos a la persona y detectamos y priorizamos sus necesidades; derivación y entrada en proyectos, donde la persona se incluye en proyectos especializados (empleo, inclusión social, juventud, etc.); y seguimiento y evaluación, donde de manera periódica contactamos con la persona, evaluamos el impacto de la intervención y revisamos los compromisos.

El modelo se concluye con dos elementos fundamentales: por una parte, un espacio físico adecuado, digno y ordenado; y por otra, el papel absolutamente protagonista y participativo del voluntariado. Son personas voluntarias las que acogen, las que entrevistan y las que evalúan las situaciones de las personas usuarias. Son voluntarios y voluntarias quienes toman las decisiones, quienes asignan los recursos institucionales y quienes arrancan el compromiso del o la participante. Son estas personas, pues, exponentes máximos de una parte de la sociedad que tiene el convencimiento absoluto de que ahora, más que nunca, quieren estar cerca de las personas que más lo necesitan.

*Samuel Linares coordinador provincial de Cruz Roja