Puesto que en la cultura de la izquierda (remotamente marxista) las contradicciones del sistema son las que lo precipitan de forma inexorable, para superarlas, hacia un cambio del estado de cosas, no es extraño que esa izquierda tema más que a nada a sus contradicciones internas, cuya superación la sacarían del sitio. Son los problemas del poder, un lugar siempre inclemente para unir las ideas a la acción política, en el que unas u otra perecen. Pero la izquierda europea, siendo francos, es en sí misma una contradicción, pues se ve obligada a defender las conquistas sociales en su finca a sabiendas de que esas conquistas descansan en la exclusión de los pobres del mundo, o sea, en no repartir ni compartir con ellos el bienestar del Estado, y en no dejarlos traspasar la puerta del paraíso. La gitanilla Leonarda, expulsada de Francia, es un pequeño cuerpo atrapado en esa puerta.