Hemos tenido unos días contagiados de mentiras, como si el embusteo contagioso existiera. Las mañanas amanecieron llenas de promesas que no cumplieron, como si hubieran sido inoculadas con la actitud de esos políticos empeñados en perpetuarse en el refrán aquel de que los hombres prometen hasta que meten, y toda vez metido, se acabo lo prometido. Algunas mañanas de la pasada semana amanecieron amenazantes, nubosas, ventosas, grises..., pero a medida que avanzaban, el sol comparecía, y se quedaba, haciendo bueno el mal presagio, y excelente el mejor vaticinio. Qué pena de esas filosofías políticas que solo prometen hasta meter. ¿No podrían aprender de esas mañanas, que solo fueron como traviesas mentirijillas juguetonas, con final feliz...?

Estos días salgo a la calle temprano, por si el cielo manda algo estar allí cuando ocurra, y además de constatar las mentirijillas de las mañanas, me desanimo un poco viendo las caras. Las caras madrugadoras, últimamente, son más cruces que caras. Por la tarde mejoran un poco, aunque, aun así, el rictus sigue siendo como el de una alegría a la que le faltan cuatro hervores. Si en las calles hay intenciones alegres, enhestadas y altivas, han de ser invisibles, porque lo visible solo son ánimos encorvados, sin ninguna voluntad de contar cada día como si fuera una vida -creo que el pensamiento es de Séneca-.

Madrugar, para algunos noctámbulos empedernidos y recalcitrantes, como mi amiga Zo, siempre fue -y es- una ordinariez innecesaria, una grosería propia de gente maleducada, una negación del refinamiento humano... Últimamente, a juzgar por las caras, la cosa va in crescendo, y tiene más pinta de venganza natural, de castigo divino, de infinita pandemia de tristeza muy triste... Hay tristezas tristes y tristezas muy tristes, como la de nuestras mañanas, ahora. Supongo que las mentiras influyen... También la tempestad que nos azota influye, porque, cuando el mal tiempo arrecia, para sentirse seguros, hasta los barcos buscan abrigo en los puertos, pero, ojo, ningún barco fue construido para permanecer en puerto. Los barcos en los puertos se entristecen y mueren. La inacción entristece, y nuestras calles están llenas de emprendimientos atracados, de energías amarradas y de confianzas fondeadas. Las calles son como puertos tristes; nosotros como barcos tristes... Mala compañía la tristeza.

La sabiduría oriental aconseja celebrar dos cumpleaños, el primero, correspondiéndose con la fecha de nacimiento; el segundo, con el nacimiento de la consciencia. Con la conciencia puesta en pie, la tristeza lo tiene mucho más difícil, infinitamente más difícil. La tristeza de las calles y las callejuelas turísticas, que también existe, amaina hasta desaparecer cuando la conciencia -la turística en este caso- nace y crece. En esta época -ya casi entramos en las horas turísticas más tristes-, bien viene un empujoncito de energía, de ilusión... Ahora, aun otra vez, es buen momento para la fe, ¿y van...? Tenemos nuevo Plan de Promoción Turística de Andalucía, hasta 2016. ¿Por qué el turismo, que con lo que más tiene que ver es con nuestro pan de cada día, se deja encorsetar por las elecciones autonómicas?

El documento es un poco más de lo mismo -como algunos anteriores, no todos-. Promete. Es bonito. Está adornado con fotografías artísticas -nunca he entendido lo de la profusión fotográfica de catálogo en los documentos técnico-científicos-. Está lleno de conclusiones sesudas de puro sentido común; también de tautologías, quizá necesarias... Está bien estructurado. Habla de retos de futuro, que es un pleonasmo. Habría sido más poético y realista hablar de retos del pasado, aún pecando de oxímoron... Está repleto de bolitas, cuadritos, rayitas, y de un hermoso triángulo sinóptico con la meta, los objetivos, las estrategias y las tácticas. Uno, que también se dedica a esto de las bolitas, los cuadritos y los triangulitos, aunque no ha participado en la obra -porque nadie me ha llamado-, no quiere opinar de su contenido, ni va a hacerlo, por ahora... Uno, que tiene una consciencia científico-turística muy trabajada, lo que ya ha hecho es cargarse de ilusión y de fe. Además, por el léxico usado en el trabajo, he revivido gustosamente a Benedetti y a su poema Táctica y Estrategia. Ojalá que, desmilagrando el deseo, consiguiéramos hacer verdad con nuestros clientes lo que don Mario expresó respecto a su amada. Cuestión de actitud... Pídanle al amigo Google que les acerque este poema. Verán a qué me refiero.