Un montón de universitarios españoles deben devolver el dinero de las becas que les concedieron el año pasado porque no cumplieron las condiciones más duras que exige, este año, el ministerio de Educación. Si esto lo hace un país sudamericano con una empresa española, los ejecutivos afectados gritarían que no hay seguridad jurídica y el ministro de Exteriores presentaría una queja en Naciones Unidas y en la Organización Mundial de Comercio pero lo hace Educación y ni García-Margallo siente afectada la marca España ni a un portavoz chuleta del PP va a calificar a Wert de chavista.

Estas becas varían según la situación personal de cada estudiante. Un pobre con buenas notas no tiene nada que devolver, otro más desahogado que haya suspendido más de lo previsto -posvisto, en realidad- por Wert puede devolver cantidades modestas y otro sin medios ni aprobados puede tener que abonar una cantidad de la que carece. El insolvente ¿podrá entregar a cambio los conocimientos medio adquiridos en el departamento de las asignaturas suspensas o le quitarán los aprobados para compensar el dinero desperdiciado en cates?

Hubo un tiempo, cuando Teddy Bautista estaba al frente de la Sociedad General de Autores, en que llegamos a temer que nos quitaran lo bailao en guateques adolescentes con música que no hubiera pagado al recaudador de autores. Nos tranquilizaba pensar que lo bailao no lo podían quitar. Nunca se nos ocurrió que podrían llegar a pedirnos que lo devolviéramos porque, ¿qué entregar? Hay universitarios en España a los que pedirles que devuelvan el dinero de la beca del año anterior es como pedirles que entreguen las piernas por lo bailao. Ya que se trata, más que nunca, de hacer los deberes, ¿Por qué no una amnistía académica para que afloren los aprobados o de tasas para que se regularicen las situaciones? Con el fisco se hizo.