Ley Wert. De oficio, provocador. Para otros, comisario político al servicio de la derecha más rancia y de rodillas, en genuflexión permanente, ante la autoridad eclesiástica. Es el ministro peor valorado de la democracia y es el ministro que tiene el honorable honor de haber conseguido que toda la comunidad educativa de España (docentes, padres y estudiantes) una sus fuerzas para proclamar que la ley Wert es «clasista, retrógrada y segregadora». En otras palabras, un obús en la línea de flotación de la enseñanza pública. Yo no culpo a Wert, sino a su presidente, Mariano Rajoy. En los genes del PP, y por tanto de Rajoy, está el desmontar la sociedad igualitaria y solidaria que nos dimos los españoles. Y a fe que lo están consiguiendo. No se entiende que una ley de vital importancia para el futuro de España no haya podido ser consensuada por la permanente intransigencia de un ministro amparado por la demoledora mayoría absoluta del PP.

El paro no consume. Con 5.900.000 de parados, ¿Quién osa en este país decir que estamos bien? ¿Quién tiene la caradura de afirmar que la economía española es una «economía saneada»? ¿Quién es capaz de asegurar, sin que se le caiga la cara a pedazos, que España ya es un referente de la economía mundial? ¿Cómo se atreve alguien a decir con una sonrisa de oreja a oreja que la reforma laboral está dando sus frutos? Casi seis millones de parados, una deuda enorme (la culpa, Zapatero), destrucción de casi medio millón de empleos indefinidos, tres millones y medio de parados en el umbral de la pobreza, con salarios a la baja, crecimiento atroz de las desigualdades, pensiones a la baja, no estamos para tocar a gloria como ha hecho Rajoy, Montoro, Guindos y hasta el sursum corda. ¿Cómo explicarle a quien malvive con la ayuda familiar o ya no tiene prestación o ayuda alguna salvo la solidaridad familiar que estamos saliendo de la «recesión técnica»? Hay un legado de desigualdad y pobreza que la subida de una décima del PIB no evita el drama de millones de personas que no encuentran trabajo. Estoy convencido de que los ministros Guindos y Montoro, ilustres economistas de pizarra, deben saber que la subida de una décima es estancamiento, ínfima subida del consumo y morosidad en ascenso. Yo no sé si Rajoy sabe que el paro no consume. Es aquí donde está el problema.

Aznar está detrás. Y Botella. Y Esperanza Aguirre y su devoto seguidor, Ignacio González. Mariano Rajoy se ha bajado los pantalones ante la presión de la derecha más dura del PP. Ya el semillero de ideas ultraconservadoras que se esconde bajo las siglas FAES señaló el camino. La culpa de la sentencia de la Corte Europea que niega la aplicación de las doctrina Parot la tiene Zapatero, un diablo en persona, propenso a comer en el mismo plato que los asesinos etarras. El PP, en nota oficial, invita a sus militantes a estar y participar en la manifestación convocada por la Asociación de Víctimas del Terrorismo (AVT) el próximo domingo en Madrid. Todo el gobierno ha dicho, al menos públicamente, que acata la sentencia. ¿Por qué entonces se suma a la manifestación de quienes no acatan la sentencia? No esperen que Rajoy lo explique. Llueve y llueve mucho.

No hay milagros. Con 1.200 millones menos para Andalucía la Junta poco puede hacer, ni tan siquiera milagros. Eso se lo dejamos a la ministra Báñez y la Virgen del Rocío. El presupuesto andaluz nace lastrado por el cumplimiento del déficit al que le obliga el Gobierno central. No hay más cera que la que arde. Los paganos, de nuevo, los funcionarios y las empresas públicas donde se anuncian una sangría de puestos de considerable proporción. Le pregunté a un empleado público cómo estaba y su respuesta fue esclarecedora: menos regular.

P.D.- (1) Magdalena Álvarez, imputada por la jueza Alaya, tiene ganado el cielo con el ministro amigo, Luis de Guindos, especialista en burbujas, porque ya mueve hilos para poner de patitas en la calle a la vicepresidenta del Banco Europeo de Inversiones (BEI). Lógico, porque querrá colocar a uno de los suyos.

(2) Se reabre la investigación para saber el oscuro y nebuloso caso del magnífico y millonario apartamento del presidente de la comunidad de Madrid, Ignacio González en privilegiada zona de Marbella. Apuesto doble contra sencillo que nada de nada; vamos que nunca sabremos la verdad.