A la vista de los informes que evalúan la calidad de nuestro sistema educativo y la actitud de parte del colectivo de los que se autoproclaman representantes de los estudiantes, podríamos concluir que no podemos presumir de buena educación, al menos, respecto de estos. El jueves vivimos en España una jornada de huelga contra la llamada ley Wert (LOMCE, de Educación) en la que se podía constatar que el trasfondo era esencialmente político, contra un gobierno que aprueba legítimamente leyes, con el apoyo de los ciudadanos, al igual que otros anteriores de signo diferente, que pretende acabar con la mediocridad de nuestro sistema educativo actual. El debate entre educación pública y privada, tan manipulado desde el punto de vista político y sociológico, está caduco. Tanto la pública como la privada son capaces de ofrecer educación de buena y mala calidad, aunque las estadísticas y las preferencias de los ciudadanos se inclinan más por la privada, incluida vía conciertos, y por ello las premisas en las que debemos apoyarnos son otras. Tenemos que centrarnos en un sistema educativo en el que prime la calidad sobre otras cuestiones accesorias y que los padres podamos elegir libremente el tipo de educación que queremos para nuestros hijos, dentro de una oferta amplia, variada y nada sectaria, independientemente de que el colegio que lo imparta sea público, concertado privado o privado, que permita formar a nuestros hijos en principios y valores, de manera más eficiente, es decir, con el coste adecuado. El papel del Estado es garantizar la educación como derecho fundamental reconocido en el artículo 27 de nuestra Constitución, y por lo tanto debe procurar los mecanismos para que sea universal, y gratuita, en su caso, para los que no tienen recursos. A partir de ahí, el debate debe girar sobre las premisas de calidad y libertad, y no gastar energías en defender modelos sectarios y excluyentes. Hay que buscar el equilibrio, y el papel del Estado debe ser moderador, garantista y potenciador de un sistema que forme a las siguientes generaciones mejor que a las anteriores.