El día en que quienes tienen a sus hijos en colegios privados quieran tenerles en colegios públicos habremos llegado, al fin, a alguna parte. Wert ha perdido su oportunidad de consensuar una ley de Educación en España, la séptima en democracia, exigente en los mínimos y generoso en los máximos, para que dure y para que mejore lo que, sin duda, es necesario mejorar. Respecto a las manifestaciones de anteayer, sobraban banderas políticas y que fueran sobre todo de una parte. El descrédito partidista es grande y los problemas de la Educación son muchos y transversales. El rechazo general producido por la actitud del ministro (más que por la LOMCE misma, que también), merecían que pareciera menos una manifestación de los unos contra los otros, y más una manifestación de muchísimos por una Educación Pública de calidad, herida aún más por los recortes y la crisis. Pero eso, todavía, es pedirle peras a un olmo seco…

Alcaldes y alcaldes

Estamos así. Quizá somos ya así. Observar el encierro de los alcaldes de la provincia en la Delegación del Gobierno andaluz en Málaga, denunciando los impagos de la Junta, lo escenifica una vez más. Veamos. Sería lógico que un ciudadano que no milita en el partido del alcalde al que votó, no entendiese fácilmente que su alcalde respalde todas aquellas acciones que su partido le ordene respaldar, tengan o no que ver con el mayor bienestar de los habitantes de la localidad. De la misma manera que sería lógico que un ciudadano que no milita en el partido del alcalde al que votó, no entendiera fácilmente que su alcalde no participase en una protesta que pudiese beneficiar al conjunto de los habitantes del pueblo, por el mero hecho de que la protesta la hubiese convocado el adversario. Pues eso, los alcaldes encerrados en la Delegación de la Junta son todos del mismo partido, en este caso del PP. Quizá por ser tan ilógico estas protestas provocan más cierto ridículo que solidaridad o indignación. Así están. O quizá son ya así.

TEDH

Y por eso, como en la Educación, a la hora de la verdad nos fallan. La sentencia sobre la doctrina Parot se falló el lunes a esa hora. Ha sido duro el impacto moral que ha producido la decisión del Tribunal Europeo de Derechos Humanos tumbando la llamada doctrina Parot. Ayer salía otra etarra de la cárcel antes de cumplir los 30 años de ejecución de condena, y saldrán más. También un violador violento y despreciable. La interpretación jurídica que establecía la aplicación de los beneficios penitenciarios al cómputo total de la pena impuesta y no a los años máximos de ejecución de la misma, venía a impartir una mayor justicia en la ley penal española vigente desde 1973 hasta la reforma de 1995. Sin duda, aplicar la doctrina Parot es más justo que no hacerlo, otra cosa es que sea menos legal. Los delitos cometidos y condenados a partir de 1995, ya con el código Penal reformado, se ejecutan hoy en España según la doctrina ahora invalidada por Estrasburgo, y el tiempo máximo que se puede penar en la cárcel hoy es diez años mayor que antes de 1995, 40 años en vez de los 30 que debía cumplir la etarra Inés del Río, por ejemplo, también excarcelada.

Luis Portero

Por eso se me pusieron los vellos de punta cuando el abogado y expresidente de la AVT Luis Portero de la Torre me leyó las palabras de su padre, el fiscal Luis Portero, asesinado un octubre como éste de hace 13 años en Granada, publicadas en el diario ABC en 1989. Aquel hombre justo que tanto defendió la independencia judicial, hablando del terrorismo y de aquel código Penal de entonces, definió con claridad meridiana la doctrina Parot desde su altura jurídica. Comprendo y apoyo la lucha que en el sagrado nombre de su padre Luis y Daniel Portero han emprendido contra la aplicación de la sentencia de Estrasburgo. La paradoja está en que no comprendo que el presidente Rajoy haya dicho que la sentencia no le gusta nada. Cada uno en su sitio y asumiendo lo que le toca. Desde la responsabilidad de Gobierno las sentencias hay que acatarlas y punto. Y ahora todos con las víctimas más que nunca. Pero siempre todos con la Ley.

«Que viva España...»

Y siempre todos con quienes nos hicieron sentirnos vivos con su talento artístico, gustos aparte. Ayer se iba la actriz Amparo Soler Leal, uno de esos rostros de una cierta España que se va yendo con

ellos. Amparo era una actriz grande, solvente como pocas, lo que suele darse más en esa gloriosa saga de secundarios que aportaban credibilidad coral a cada obra de su época. Manolo Escobar fue otro hombre serio, no un andaluz gracioso, siempre me sorprendió eso las veces que le entrevisté. Pero sabía sonreír como nadie cuando cantaba. Aquí apenas quedan ya carros, pero hoy sabemos dónde está por fin el suyo: en el recuerdo imborrable de aquella España que también somos y que con tantos prejuicios hemos juzgado. Descanse en paz… Porque hoy es sábado.