El pasado martes se inauguraba la muestra con la que el Centro de Arte Contemporáneo de Málaga celebra su décimo aniversario. La exposición, titulada Las huellas del camino, está formada por más de setenta obras de los artistas más representativos que han pasado por el espacio municipal -gestionado por la empresa privada Gestión Cultural y Comunicación-, como son Louise Bourgeois, Neo Rauch, Julian Opie, Anish Kapoor, Tony Cragg o Santiago Sierra, entre otros tantos. Como es natural, el responsable del centro, Fernando Francés, realizó el correspondiente balance de su gestión en estos diez años. Durante su exposición proyectó unos elaboradísimos y detalladísimos gráficos para facilitar a la docena de plumillas allí presentes la comprensión de cómo el CAC ha logrado convocar a más de 3 millones de visitantes a través de más de 140 exposiciones y numerosas actividades, tanto pedagógicas como culturales. Estos dibujos circulares con porciones -similares a los que se utilizan en las elecciones para conocer la cantidad de escaños que logran las distintas fuerzas políticas-, informaban de la procedencia de los artistas, de los flujos de visitas y de cómo el antiguo Mercado de Mayoristas ha logrado multiplicar su presencia en las redes sociales. Se mostró orgulloso Francés por haber dado cabida a un significativo número de creadores locales (24 en total) y de cómo el CAC ha fidelizado al visitante malagueño. Entre tanto quesito de colores para hacer ver lo mucho que el Centro de Arte Contemporáneo está presente en Facebook y Twitter se echaba en falta uno que explicara la creación de la colección de arte, uno de los principales objetivos exigidos a la empresa adjudicataria a la hora de otorgarle la gestión del CAC hasta el año 2018 por la módica cantidad de 28,6 millones de euros. ¿Cuántas obras y a qué precio se han comprado? Francés asegura que más de 300. ¿Cuáles son?

No estaría de más que ahora que celebra su brillante primera década, el centro de calle Alemania elabore el catálogo que nos muestre a los malagueños de forma precisa (y con quesitos) en qué estamos invirtiendo tales cantidades de dinero. No por nada, sino para saber por qué mientras el Instituto Municipal del Libro, el Festival de Málaga o el Teatro Cervantes ven mermados sus presupuestos para capear la crisis, el dinero que se destina al CAC (que este año ha recibido más de 3 millones) aumenta. Colgar cuadros está muy bien y es muy didáctico, pero no justifica el privilegio de una intocable inversión municipal de tal magnitud. Ah, por cierto, felicidades.