Me llamo Rafael, y trabajo desde hace siete años en un centro de acogida de menores gestionado por Prodiversa. Me gustaría invitar a las personas que lean esto a conocer cómo vivimos la Navidad en una familia un tanto peculiar y diferente, aunque a su vez, en lo cotidiano, una familia común, y es aquí donde reside la importancia del trabajo que realizamos todos los que estamos en esta ONG.

En nuestra casa hay dieciséis menores, que abarcan una edad desde los seis a los diecisiete años. Por diferentes dificultades no pueden convivir con sus familias biológicas, por lo tanto, la educación y desarrollo de los mismos, recae en las manos de las/os educadoras/es y técnicas/os que trabajamos en Prodiversa, en el área de menores.

Si salvamos este «pequeño» detalle, el día a día en nuestra casa, durante unas fiestas que tanto evocan el valor de tener un hogar y una familia, no difiere -o al menos por eso luchamos-, del que pudiéramos ver tras cualquier ventana de nuestros familiares, vecinas/os o amigas/os.

Hay madrugones para dejar listos desayunos, bocatas del recreo y la ropa... ¡de dieciséis!, hay guerra en las comidas para que coman de todo, hay esfuerzos para la tarea escolar por la tarde, hay salidas y juegos en el parque, hay villancicos en el salón y cohetes en el patio.

Hay risas mil, también por supuesto lágrimas, hay sermones y consecuencias, también enhorabuenas y felicitaciones, hay bromas y guiños, películas de miedo en el salón, charlas sinceras, hora de ir a la cama y besos de buenas noches.

Razones para vivir feliz

Cuantos menos motivos haya, más razones hay, para vivir feliz, de eso aprendemos todos nosotros cada día, y más en estas fechas, donde nuestros niños y niñas son maestras/os y ejemplo en el arte de superar barreras.

Vivimos tiempos difíciles, se suele decir, cuando los que verdaderamente lo viven, suelen callar, saben que no se les escucha; ancianas/os, discapacitadas/os, emigrantes, niñas/os... La tijera sabe donde cortar sin que nadie se espante y el que sufre sabe cuando callar para que no se escape lo poco que les queda: la ilusión y libertad de ser felices.

Y como esta época es sobre todo ilusión, en nuestra casa también habrá regalos y dulce carbón, no habrá motivos, así que de nuevo multiplicaremos las razones, habrá más sonrisas, más besos, más «te quieros», más abrazos y más cariño, que, en definitiva, es lo que necesitan, lo que necesitamos todos, habrá más amor.

Todo esto hay en nuestra casa, durante todo el año, lo único que no habrá, eso sí, serán recortes a nuestra ilusión, felices fiestas.

*Rafael Moreno Lora es educador de Prodiversa