No al rascacielos de Marbella. «No a los rascacielos» no. No a este tipo de edificaciones en vertical en la plácida oferta horizontal que, a pesar del saqueo gilista y malayo, Marbella aún propone. «Sí» a la carta de Pablo de Hohenlohe dirigida a quienes han tomado el nombre de su tío Alfonso en vano para legitimar sus particulares intereses. Ha estado bravo el sobrino en el nombre de su tío (de quien recuerdo el regalo de su amistad y que me dejara sentarme siempre en el sillón que había heredado de Felipe II).

Abuela coraje

En el nombre de su hija asesinada, Susana Galeote, y en el de su nieta Nazaret, ya para siempre también hija, ha hablado Guadalupe Alonso. Su tierna entereza y la fluidez de su discurso impresionarían a cualquiera que no se mueva única y exclusivamente por intereses particulares, que es lo que nos llevan inoculando que debemos hacer hace años. Su vida, como la de aquella niña de cinco años que entonces era su nieta, se truncó para siempre el 15 de febrero de 2011. Su yerno, J. R. C., ha sido condenado a 23 años de cárcel por haber propinado ese día a su exmujer cuatro hachazos (hasta que se le rompió el mango al hacha) y después ocho puñaladas. La asesinó en el barrio de El Palo, delante de vecinos horrorizados que le increparon y alguno llegó a empujarle con una escoba intentando impedir que la siguiera destrozando. Ocurrió minutos después de que Susana hubiera dejado a la pequeña Nazaret en el cole. Ojalá que legalmente, en aplicación de la Ley de Género, jamás se vuelva a poner en duda que el padre no obtenga la custodia de la niña, un tipo que se mostró retador y risueño en el juicio frente a la fiscal.

Hay una extraña soledad en Guadalupe, como si el inocente se volviera más molesto que el culpable. Una gran injusticia. Una gran mujer.

Navidades sucias

Un gran fracaso. La huelga de basuras suspende a las tres partes. Un gran poder conlleva una gran responsabilidad, cultura de cómic. El comité de empresa lo tiene, poder, a pesar de ser la parte más débil. Sabe que una huelga de basuras conmociona la ciudad en fechas claves, y la Navidad lo es, aunque Manuel Belmonte, portavoz del comité, diga que sólo son claves la Feria o la Semana Santa (que fue la fecha propuesta en el anterior amago de huelga, a propósito). Los cualificados trabajadores de Isofotón, que claman al menos por que se materialice su ERE ya que ni cobran ni trabajan, se pudieron poner en huelga en cualquier momento del año pero pasaron injustamente desapercibidos, o casi. Como les ocurre a los albañiles que construyen una promoción de viviendas -mi padre lo sabía bien- cuando se ponen en huelga, acostumbrados a ver qué poco afecta su sacrificio al resto de la ciudadanía, y con poca o ninguna cobertura sindical, señalándose en exceso ante el patrón, con una fijeza laboral crítica y muchos trabajadores temporales.

La ciudad atrapada

Es más fácil ser Che Guevara sin vivir en la Sierra Maestra. Pero ese reproche sólo estarían legitimados a hacérselo a los trabajadores de Limasa quienes sufren las consecuencias de la crisis y sus recortes más que ellos, que son decenas de miles de malagueños, no quienes la aprovechan para obtener beneficios sin riesgo y sin ofrecer ni paz laboral ni ahorro ni calidad en el servicio que ofertan, como ocurre con la parte privada de Limasa y el servicio de limpieza en Málaga. Por lo tanto la recogida de basuras no es el problema, lo es Limasa, en sí misma. Y al alcalde le corresponde solucionarlo definitivamente, no retirando a última hora el ERTE hasta 2014 esperando que esto remonte. Aunque esa oferta haya producido cierta división interna en Limasa entre trabajadores de oficina y operarios, con matices. Ni volviendo a disparar con el dinero de los malagueños, ya fritos a impuestos y asfixiados por los discutibles costes de lo público.

Esperpento eléctrico

Nadie que no sea parte interesada dice que solucionarlo sea fácil. Ver al alcalde grabando un comunicado a altas horas de la madrugada, tras pasar toda la noche negociando, con su edad y mil responsabilidades en la cabeza te hace respetar su esfuerzo, no ridiculizarlo, incluso considerándolo equivocado o insuficiente. Pero él es el responsable último de que la ciudad no sea rehén de un comité torpemente ensimismado y de una gestión fracasada de la empresa. Mal caldo de cultivo están tragando los ciudadanos para que se les pida fe a ciegas por parte de nadie. El esperpento de la anulación de la última subasta eléctrica por la Comisión de la Competencia ante inquietantes «circunstancias atípicas» (que a uno le importan más, incluso, que la marcha atrás del ministro Soria en la brutal subida del recibo de la luz), es el último grito en avaricia especulativa sobre un servicio público esencial. Como a uno le hace gritar eso de que tengamos que tragarnos que un banquito venezolano haya comprado Novacaixa Galicia por la décima parte de lo que pagamos para reflotarla.

Mejor nos deseamos Feliz Navidad, y que nos toque la lotería mañana… Porque hoy es sábado.