La huelga de Limasa hay que pararla. Una convocatoria de este tipo se entendería si fuera la primera vez que se celebrara para protestar por graves recortes en los derechos de los trabajadores. Pero este no es el caso, pues aunque sí hay ajustes estos distan mucho de ser tan graves como los dibuja el comité de empresa, aunque también serían menores si los socios privados asumen sacrificios como demandan los trabajadores y renuncian a sus beneficios en 2013 y 2014. Los operarios de limpieza están en su legítimo derecho de defender lo que han cimentando en sus convenios a fuerza de duras negociaciones durante años, amén de otras convocatorias de paros indefinidos, pero la pregunta que deben hacerse es si el Ayuntamiento de Málaga no ha cedido ya lo suficiente como para que el comité de empresa convoque a los trabajadores a una reunión para votar si la última oferta municipal es tan razonable como dice el alcalde de Málaga. Por ahora esta posibilidad parece lejana en una ciudad con más de mil toneladas de basuras sin recoger en plena fiestas navideñas. La estampa es insoportable.

Casi ya no es noticia que Málaga viva secuestrada cada cierto tiempo por el conflicto permanente de Limasa fruto de la pésima gestión de la empresa, de las concesiones que el Ayuntamiento de Málaga ha realizado desde 2001 a los socios privados (FCC, Urbaser, Sando y Unicaja) y a los trabajadores con el único fin de lograr una paz social que no ensuciara aún más las calles de lo que están a diario. Debido a la bonanza económica y a pactos cerrados en falso, Limasa, trabajadores y empresarios han ido mejorando sus convenios y sus beneficios a costa del dinero público que todos los años inyecta el Ayuntamiento de Málaga, unos 90 millones de euros al año de media y, para colmo, por un servicio deficiente. Pero ahora no hay tanto dinero público para mantener algunas de las cuestiones que se han discutido en las más de cien horas de reuniones previas a la huelga y todos deberían ceder para que se imponga la sensatez y se acabe de una vez con una huelga que no beneficia a nadie.

Los primeros que deben dar ese paso son los empresarios. Durante todos estos años han logrado proteger sus beneficios, más el famoso canon de asistencia técnica, y ahora el alcalde de Málaga, Francisco de la Torre, trata de convencerlos para que renuncien al beneficio del 1% -600.000 euros por año-, que tienen garantizado por contrato, en 2013 y 2014. El alcalde ve necesario que la parte privada renuncie a estos beneficios, pues es una de las peticiones del comité de empresa para que el recorte no recaiga sólo en los trabajadores. Pero hasta el momento no lo ha logrado.

Los trabajadores tampoco están dispuestos a ceder en sus pretensiones pese a que la última oferta que tienen encima de la mesa por parte del Ayuntamiento de Málaga sólo supone un recorte aproximado de unos 500 euros al año por trabajador en la paga de productividad (un concepto que se abona para garantizar la asistencia al trabajo) y la supresión de la quinta semana de vacaciones (tienen una semana extra) lo que obligaría a los operarios a trabajar un sábado de cada cuatro entre el 1 de mayo y el 31 de octubre. Es decir trabajarían un total de seis sábados. La aceptación de esta propuesta conllevaba hasta ayer noche además la retirada del Expediente de Regulación Temporal de Empleo (ERTE) para los 1.325 empleados de la plantilla, que se empezará a aplicarse el 1 de enero de 2014 con un máximo de 80 días naturales al año de suspensión de empleo para cada trabajador y de forma rotatoria.

Málaga sufre una huelga de basuras pese a que las diferencias que separan a las partes ya casi no es tanto una cuestión económica, que tambié, sino que se debe a la implantación de las 37,5 horas semanales, un dato que la ciudadanía debería tener en cuenta a la hora de valorar la decisión del comité de empresa de mantener la convocatoria de huelga. Argumentan que esta propuesta es otra «ocurrencia» del alcalde.

La propuesta ha sido la última cesión del Ayuntamiento, que a medida que fueron avanzando las negociaciones limó los recortes que pretendía aplicar en Limasa y que radiografía su escasa capacidad para mantener una posición más o menos firme con el único objetivo de evitar la huelga en el servicio de recogida de basuras. No es fácil, sin duda. La contraoferta del alcalde de Málaga logró abrir una pequeña brecha entre los trabajadores, ya que algunos querían que se convocara una reunión para que se votara, maniobra que fue abortada por el presidente del comité, Manuel Belmonte, que hizo un llamamiento a la plantilla para que aguantaran el pulso del Ayuntamiento: «Málaga ya está sucia y al alcalde le empieza a temblar la mano». Toda una declaración de intenciones.

Ante este panorama, y una vez termine el enésimo conflicto, el Ayuntamiento deberá empezar a trabajar para ver qué modelo de empresa de recogida y limpieza quiere en un futuro, ya que en 2017 acaba el contrato firmado y se ha demostrado que el actual funcionamiento de la empresa no convence a ninguna de las partes y encima la ciudad no está todo lo limpia que debería.

Pero ahora lo urgente es solucionar el conflicto actual pues no resulta razonable que ni los empresarios entiendan que ellos también deben hacer un sacrificio, ni que los trabajadores no acepten que se les suprima esos días más de vacaciones «extras».

A las 00,01 horas de esta madrugada, el concejal de Medio Ambiente anunció que el Ayuntamiento endurecerá su oferta debido a la negativa del comité a aceptar la última propuesta, que suavizaba los recortes en 800.000 euros que asumía la ciudad. De esta forma, se vuelve a la que ya planteó el pasado jueves y que consiste en suprimir la paga de productividad en 2014 (814 euros por trabajador), las vacaciones se dividirían entre verano e invierno (ahora se toman sólo en verano), se trabajaría un sábado de cada cuatro, se suprimirá la cesta de Navidad, se recortaría el complemento de vestuario y se complementaría la baja laboral a partir del primer mes, aunque se actualizaría la antigüedad de los trabajadores. Además se mantiene el ERTE, lo que significa que las distancias aumentan entre las partes.