Se reanuda el curso político. No hoy, claro. Ni mañana. Más bien cuando acaben del todo las fiestas, aunque para algunos, que los hay, la verdadera fiesta sea la política. Rubalcaba y Pere Navarro reúnen a las ejecutivas de PSOE y PSC en Barcelona. La noticia sería que lo hicieran en Lugo. La foto quiere transmitir unidad. No es desdeñable que algo muy español y algo muy catalán quieran dar imagen de apego. Desde el nacionalismo dirán que ese encuentro es la prueba de que PSOE y PSC son lo mismo. Desde el socialismo no se tendrán los reflejos suficientes (y esa es una de las explicaciones de su debacle) para decir que, en efecto, son todos lo mismo: socialistas. Y por lo tanto -tal vez- deberían, en lugar de imitarlos, pensar, con Azaña, que «el nacionalismo es como el dominó en Valladolid, fruto del aburrimiento provincial». Los tiempos han cambiado mucho desde Azaña, aunque ahora se pueda seguir tildando de provincial o provinciano cierto nacionalismo pero teniendo claro que un nacionalista, con el coñazo que pega, hace de todo menos aburrirse.

El PP por su parte reúne también a su dirección. Aquí no hay diferencias entre los barones territoriales. Todos hablan castellano o gallego. Ahora les separa un poco la Ley del Aborto, que unos consideran acorde a sus valores y otros la ven retrógrada e invasiva. Cómo estará el PP para que Monago se erija en barón. El paro ha bajado en 107.000 personas. El Gobierno lo filtró un día antes y luego, en el supuesto día de gloria, rehusó evaluarlo. Fue llamativo que casi ningún dirigente hablara de la cifra. Y Rajoy lo hizo por twitter. Esto va a ser algún gurú que les dijo que las cifras hablarían por sí solas. También por sí solas hablan las de la Seguridad Social, cuyas afiliaciones siguen bajando si se comparan las anualidades, las de los inmigrantes que se han ido, la de la gente que ya asqueada no va a sellar, los jóvenes a los que borran de las listas de demandantes. El dato es muy bueno, no bueno. Pero las longanizas para atar a los perros no han sido aún encargadas. No obstante, la cifra es un argumento político potente con el que afrontar esta reanudación. En nada y menos nos metemos en precampaña para las europeas. Contaba el otro día Efe que Jáuregui, López Aguilar y así hasta ocho o diez pesos pesados, hombres, aspiran a ir en la lista del PSOE para Bruselas. Teniendo en cuenta que la candidatura será paritaria y que las expectativas no son precisamente de sacar más de veinte escaños, la cosa puede estar como para puñaladas. Trinidad Jiménez, diputada por Málaga, también tiene posibilidades. Jiménez es como el As de picas o corazones. Siempre se baraja. En el PP podrían optar por Mayor Oreja. Tanto tiempo leyendo que en España no hay democristianos y tal y como van algunas leyes y algunas candidaturas, uno juraría que ahora mandan en España. Esta reanudación vendrá marcada también por el comité federal que en este mes establecerá el calendario de primarias. Si fuera por Rubalcaba las convocaba para 2020. Mientras él continuaría con su política, tan española, de ´día que pasa, día que sigo en el cargo´. El tamaño de la derrota del PSOE en las europeas marcará tiempos en el partido y podría meterlo en peligrosas turbulencias cuando, justo, se comience a hablar de municipales. Y luego está el PP andaluz. Cuando Rajoy se despertó... el candidato todavía no estaba allí. Ni está ni no se le espera. O sea, con impaciencia. Elías Bendodo ha dicho que ha de ser alguien con entusiasmo y ganas de recorrer Andalucía. Más bien, alguien que no sea Zoido o un viajante de comercio. Nombres hay muchos y usted ya los sabe. Empero, son dos los fundamentales: Arenas y Cospedal. Uno de los dos se impondrá en la pugna, aunque la primera ya se columpió un poco en este asunto. Tal vez pierda el que antes se aburra. Como en el dominó de provincias.