Leo hace días éste «editorial» de El Roto, que valdría también como epitafio, bajo un dibujo suyo de las dos torres de Kio en Madrid -hoy coronadas por los letreros de Bankia y de Realia- con el pináculo dorado que ensarta la Plaza de Castilla entre ambas: «Dos edificios torcidos y una aguja hipodérmica dorada quedaron como símbolos de aquella gran época». Comentario de texto: la realidad sería sólo un desplegable de los símbolos, que son su estructura interna, el sistema de signos que permite una lectura certera de los hechos, uniendo significante y significado. Es únicamente cuestión de tiempos: primero vivimos en el desplegable desplegado, como figurantes que ignoran el libreto, luego, cuando ya ha pasado su momento, lo vemos como realidad apta para el análisis, y al quedarse ésta en los huesos afloran al fin los símbolos, su matriz. Sólo los profetas ven primero los símbolos.