En la Francia que registra caídas medias del 15 por ciento en la venta de los grandes periódicos (Le Figaro, Le Monde, Le Parisien o Libération), el periódico católico La Croix se ha apuntado en los últimos meses un incremento del 8 por ciento, situándose en más de 95.000 ejemplares de media diaria. La Croix, la cruz, navega en estos momentos con el viento en las velas, un fenómeno del que no es ajeno (según reconocía recientemente su directora desde 2005, Dominica Quinio), el intenso año 2013 en el Vaticano, con la renuncia de Benedicto XVI, la elección de Francisco y los nueve primeros meses de su pontificado, plagados de novedades y sorpresas.

Pero, ¿cuánto de católico hay en La Croix? Y, más específicamente, ¿cuánto le favorece el peculiar catolicismo francés, distinto al del resto de Occidente merced a la Ley de Separación de la Iglesia y del Estado de 1905? O también, ¿por qué la supervivencia y éxito de "La Croix", en comparación con el desastroso final del periódico católico español por antonomasia, el diario Ya, desaparecido en 1996?

La Croix nace en 1880 como incitativa de los Agustinos de la Asunción, también conocidos como Asuncionistas, una congregación extendida hoy por treinta países. A partir del segundo tercio del siglo XX, el periódico, hasta entonces de corte conservador, simpatiza con los postulados de la Acción Católica, refundada en 1928 por el Papa Pío XI. Movimientos como la Juventud Obrera Cristiana (JOC) hallarán espacio en sus páginas y, andando el siglo, el periódico defenderá a los curas obreros franceses. Pero será el Concilio Vaticano II (1962-1665) el que fijará la línea editorial del diario, que desde 1949 había ampliado su espacio de información religiosa a materias mundanas como la literatura, el teatro, el cine, la moda o el deporte.

Hoy en día, la estructura del periódico contiene las secciones de Actualidad (política, internacional, economía, deportes), Religión, Cultura, Familia, Ética y Solidaridad. A su vez, la sección religiosa incluye las sub secciones de Actualidad, Espiritualidad o Dossiers y Documentos. Desde los años setenta del pasado siglo La Croix es editado por el Grupo Bayard, participado mayoritariamente por los Asuncionistas. Es decir, el control del periódico se mantiene en las mismas manos que hace 133 años y en el presente sus cuentas están saneadas.

Un criterio cristiano moderado predomina en el enfoque de sus temas generales, y en materia específicamente eclesial y religiosa camina por esa difícil vereda que evita el extremismo conservador o el progresista. Fue notorio, por ejemplo, y muy debatido, el posicionamiento en sus páginas de un obispo francés durante las manifestaciones previas a la aprobación de la Ley del Matrimonio Homosexual, promulgada en Francia en mayo de 2013. Claude Dagens, obispo de Angulema (que habitualmente viste de corbata), criticó a aquellos católicos que extremaban sus protestas contra dicha ley. Su argumento de fondo consistía en que la expresión violenta de los católicos sólo provocaba anticatolicismo. Aunque fue el único en pronunciarse de ese modo, en el episcopado francés ha predominado una línea de interlocución abierta con la sociedad, sin complejos ni adhesiones a las ideologías políticas, y fuera de toda pretensión de imponerse en el espacio público. Fue el caso de Jean-Marie Lustiger, arzobispo de París de origen judío y fallecido en 2007. La Croix le dedicó páginas especiales en el quinto aniversario de su muerte y no era casual: la autoridad moral y espiritual de Lustiger había sido reconocida en Francia por creyentes y no creyentes. Y, aunque con algunas excepciones, el episcopado francés goza de un prestigio social por encima de otros, como el español. Es posible que la citada Ley de Separación de hace 108 años haya sido mano de santo: la Iglesia católica rompía todo vínculo con el Estado, pero, a la vez, quedaba vacunada de tentaciones políticas en las que sí incurrieron otros episcopados, caso del español en los años del nacionalcatolicismo franquista.

Y fueron precisamente los complejos de la Iglesia española tras abandonar aquel nacionalcatolicismo (con el desconcierto de los feligreses acostumbrados a ello), los que produjeron un clima de confusión que impedía mantener con la cabeza alta y autoridad moral un periódico católico. El diario Ya falleció, sobre todo, por una gestión convulsa de los sucesivos propietarios en sus últimos años y porque otros diarios fueron ocupando su territorio, preso de indefinición de ideas y de grandes bandazos. Pero el hecho de fondo es que Edica, la Editorial Católica, dependiente de la Conferencia Episcopal, se debatía en la duda teórica de si la Iglesia había de tener medios de comunicación propios, o si el lugar sociológico del Ya era el centro-derecha, o el centro-izquierda, o la derecha conservadora. Llegaron a sucederse hasta 12 directores en una década, prueba singular de que la propiedad episcopal no sabía por dónde transitar.

La Croix navega con el viento en las velas, pero no por motivo de una casualidad del presente o solamente por el efecto Francisco.

Una propiedad estable y una adaptación a los tiempos (que era precisamente lo que proclamaba el Vaticano II), así como un enfoque sereno de cómo ha de presentarse la Religión y la Iglesia en la sociedad, han obrado el milagro de su supervivencia y éxito.