Málaga recibirá a diez mil visitantes a finales de mes. Diez mil nada más y nada menos. El Ayuntamiento lo cuenta sacando pecho y presume de que ocho mil empresarios y dos mil periodistas aterrizarán en la ciudad para asistir al foro mundial de Samsung. Toda una oportunidad en plena temporada invernal cuando el turisteo está más de capa caída. El sector se frota las manos. Hasta ahí, la lectura es estupenda. Pero sin desmerecer a nadie, los de Samsung no son turistas cualquiera, de los de su poquito de playa, sol y espetito. Estos son diez mil pares de ojos de empresarios y periodistas especializados en tecnología que cuando se den una vuelta más allá del Palacio de Ferias podrán descubrir otra cara distinta de la Málaga turística y del Smart City. Sin ir más lejos, en el Parque Tecnológico verán los restos de lo que fue una gran empresa, Isofotón, de la que ya sólo quedará el esqueleto tras la marcha de sus últimos trabajadores tras demasiados meses de calvario. Una empresa que engordó con ayudas públicas de la Junta y que ahora muere llevándoselas consigo si nadie lo remedia.

Los de Samsung también puede que se queden con la boca abierta cuando vean a cientos de jóvenes haciendo cola para que el Ayuntamiento y una institución alemana les formen para emigrar. Si es lo que hay, pues a facturar a nuestros estudiantes y parados rumbo a Sttutgart o a cualquier otra ciudad con presente. Pero tal vez deberíamos incluir en sus contratos una cláusula que garantice su vuelta antes que después. De lo contrario la operación será un absoluto fracaso.

El alcalde debería ir preparando un discurso a lo Mariano Rajoy en Estados Unidos para convencer a los participantes en el foro de Samsung de que nuestra economía va viento en popa. Si el presidente del Gobierno les ha dicho a los inversores norteamericanos que tenemos una economía «pujante, sana y duradera en el tiempo», a ver por qué no va a poder De la Torre adornar un poquito la realidad y presumir de que Málaga marcha pese a las quiebras empresariales, la falta de oportunidades y la desesperanza generalizada.