La archipresunta justa, nueva distribución del gasto de agua que nuestro alcalde defiende con 15 litros de ducha por bandera, penaliza a quien ejerza el derroche acuático, sobre un gasto medio establecido un güevo por debajo de la media nacional, así en malagueño, no una mititilla. España 142 litros/habitante /día, Málaga 112. Lo que no tendría más importancia que dos duchas del alcalde si no se hubieran establecido tramos que aumentan el precio final del recibo como si fuera una multa. Así, cuando este sistema no tiene mayor justificación que la de subir los recibos, se acude a la demagogia de la familia numerosa que subvenciona a quienes viven solos o han elegido una familia a la que pueden sostener con holgura, o al claro ejemplo de nuestro alcalde que se ducha con quince litros y le faltó decir que practica técnicas saharuis de supervivencia para no beber en meses. Si hubiera sido excelentísima señora alcaldesa de abultada melena, en vez de D. Francisco, no habría dicho esa frase ni sobre el dispendio de su bidé. Veo en el horizonte nuevos hábitos sociales. Asistí a una fiesta holandesa en la que cada uno aportaba su propia bebida y al final del jolgorio cada quien recogía su botella. Lo entendí cuando vi el precio del alcohol en Holanda. A partir del nuevo canon llevaré mi propia botella de agua a casa de cualquier amigo para no molestar. Se acabó esa pregunta de en tu casa o en la mía. Siempre en la suya, ni que decir tiene, y además ya aprovecharé para darme dos duchas que me garanticen una autonomía higiénica amplia. Cada vez que pase cerca de alguna dependencia municipal entraré al servicio para cargar los gastos a la colectividad, sean aguas mayores o menores. Y en mi casa invitados ninguno; al contrario, cuando alguien me deje solo en su hogar porque baja a por tabaco o algo así, me daré una ducha rápida, rellenaré la botella que llevo para despistar sobre mis verdaderas intenciones de parasitar la hidrología doméstica de quien pueda, y ya puestos también su frigorífico. Cuando uno se lanza al lodazal de la depravación con agua ajena, ya no sabe parar.

Vuelven las palanganas y escupideras. El progreso en Málaga significa el retorno a la corraleta con retrete común. Eso sí era ecología y sostenibilidad. Las mujeres a lavar al río. La casa de baño sólo los domingos y fiestas de guardar. Y que vigilen las duchas de las playas. Este año habrá colas con champús y geles bajo el brazo. La misión de un político consiste en edificar la polis, de modo que su ciudadanía aumente su confort. Que cada semana se levante uno con menos dinero en los bolsillos y ni darse una ducha relajada de 30 litros pueda, no significa nada más que un descenso en la calidad de vida gracias a los inútiles que nos gobiernan aunque hayan descubierto que un grifo cerrado gasta menos que uno abierto. También una boca cerrada dice menos idioteces y no por eso, nuestros gobernantes ejercen la prudencia. Imaginemos, pongo por caso, una señora mayor que en el censo figure sola como la una, pero que sus hijos se turnen para cuidarla cada noche. Si su descendencia cultiva hábitos higiénicos, el tramo de gasto será enorme. Un castiguito por ser mayor y necesitar cuidados y por ser malagueña. Imaginemos un divorciado que viva solo y sus dos hijos, niña y niño estén con el padre porque se llevan bien, le sacan unos eurillos de vez en cuando y, sobre todo, porque son sus hijos. Pues ya tienen la penalización por ser malagueños. En las próximas cláusulas de divorcio que figure el domicilio exacto dónde se asearán los menores o una paga compensatoria por higiene de la prole. La economía del español va a llegar a ser de guerra entre demagogias de los eco-disneys y las inutilidades de nuestros políticos ante su propia ineptitud para calcular el futuro inmediato de indicativo y la especulación continúa. En casa, a oscuras sin calefacción ni aire acondicionado y además con la ducha de los campos de concentración en guerra. Qué país más gracioso el nuestro. En verano en vez de ducha, desodorante de muestra en el súper. Al malagueño ni agua, ni ducha, ni ná de ná, que lo mismo se cree que es de Madrid.

*José Luis González Vera es profesor y escritor