Resulta que la luz no ha subido casi un 4% en 2013, sino bajado un 0,9. La rectificación, enfatizada por el secretario de estado de la Energía en presencia del ministro, viene a demostrar que ni siquiera la autoridad competente entiende la cábala esotérica de las facturas eléctricas. La culpa, comentó el informante, es de los medios de comunicación, que no hacen más que hablar de subidas y subidas, cuando la realidad es la contraria. Faltaría más. Ya se sabe que los comunicadores reinventan los datos emitidos por los responsables políticos, que, según parece, los han inventado a su vez. Se arma el cisco padre contra la pretensión de las empresas de subir este año un 11%, el gobierno anula la subasta y la somete al análisis de la comisión nacional correspondiente, cuyo dictamen descarta cualquier irregularidad. Por tanto, la subasta se atuvo a criterios disparatados, pero legales. Si la nulidad la hace inaplicable, la nueva subasta abundará en los mismos cálculos. Pero el gobierno ha ganado tiempo para aplicar su incremento del 2,3% y cubrirse las espaldas ante el próximo ukase de las eléctricas.

Es una manera de administrar que en otros ámbitos provocaría una crisis de gobierno. Aquí, ya se sabe, al ciudadano le toca pagar y callar, y si no está conforme, servirse de velas y calentarse con mantas. Aquí no tenemos diputados que nos representen sin pasar por el aro de la disciplina de partido. Si la corrupción y el saqueo de dineros públicos son impunes, el rigor en la protección de los derechos civiles se queda en delirante desiderata. Cuando un gobernante rectifica sus propios datos para persuadirnos de que la luz ha bajado, es que quiere «mentalizarnos» para la inminente subida. Lo veremos cuando, pasado el primer trimestre del año, llegue el turno de las eléctricas. Ellas ha ganado el aparente conflicto y a ver quién las para.

La tortuosa factura que nadie entiende es un craso desmentido de la voluntad de transparencia. Una tomadura de pelo que ya se utiliza como ítem valorativo de la torpeza mental de los españoles. En menos palabras, una vergüenza tolerada para desvirtuar el cuantioso beneficio con una hipótesis de deuda cuya justificación habría que investigar exhaustivamente antes de asumirla como espada de Damocles sobre los presupuestos familiares y empresariales. El cuento de una bajada en 2013 ofende la inteligencia. El día en que un gobierno imponga la clara legibilidad de esos incunables y sancione el incumplimiento con la condonación de la factura, empezaremos a creer en la democracia como transparencia y como garantía del respeto debido a los ciudadanos.