Real Madrid y FC Barcelona están muy endeudados, pero no se venden. Ambos tienen mayor capacidad para enjugar pérdidas. El Madrid está estudiando remodelar el Bernabéu, cuyo coste asciende a 450 millones de euros y Florentino Pérez, su presidente, ya tiene sobre la mesa la oferta de Microsoft para poner apellido al recinto y ello le supondría un ingreso anual de 30 millones. La gran empresa tecnológica se ha quedado corta porque Coca-Cola ofrece 80 anuales. El club barcelonés también aspira a grandes obras y tiene la oferta del actual patrocinador para que su estadio pase a llamarse Qatar Camp Nou Stadium. Ello, por la módica cantidad de 350 millones de euros para 30 años. El fútbol está en crisis y los clubes españoles, a la cabeza de los impagos. Los dos grandes no encuentran obstáculo para obtener enormes créditos porque consta que los pueden devolver. Y además, habitualmente, las entidades bancarias que prestan su apoyo saben que ello les reporta simpatía entre los millones de seguidores de ambas sociedades.

El Manchester City, que ahora juega en el Etihad Airways, línea de bandera de Abu Dabi, lo hace por 170 millones por diez años; el Arsenal, que se mudó del venerado Higbury, juega en el Fly Emirates, hasta 2021 por 50 anuales. También los alemanes Bayern Munich y Munich 1880 juegan en Alianz Arena que paga 30 millones de euros al año. El Schalke 04 de Gelsenkirchen tiene su campo bajo el rótulo Veltins Arena, nombre de famosa cervecera. Otras doce entidades alemanas, viven en de nueva rotulación.

En España ya existe la modificación en el estadio palmesano que ahora se llama Iberostar. Osasuna, por mucho menos dinero, ha jugado en El Sadar, Reyno de Navarra y de nuevo en El Sadar. Con la pérdida del apoyo institucional ha dejado de ingresar 1,4 millones de euros. Poner apellidos ya no escandaliza a nadie. Entre otras razones, porque el padre que los otorga proporciona a la criatura sustento para años.

En Riazor y Balaídos hay dos gradas denominadas Vodafone. Como la tradicional estación de metro del centro de Madrid. Sol es también Vodafone. La rumorología adjudica para el nuevo estadio del Valencia, cuando esté acabado, el patrocino de Jinko Solar, marca que ya figura en sus equipamientos.

Los clubes españoles se resistieron a admitir la publicidad en sus camisetas y finalmente la aceptaron hasta los dos más renuentes: Barça y Athletic Club. El primero, para que el personal se fuera haciendo a la idea, anunció UNICEF. Los bilbaínos se apoyaron en que Petronor es empresa vasca. El día en que el Madrid apareció en el Bernabéu vestido por Adidas, es decir con las tres inconfundibles bandas, el presidente, Luis de Carlos, sufrió la bronca general y muy especialmente de los socios de tribuna cercanos al palco. Ahora ya no sorprende nada y se acepta de buen grado porque todas los reclamos publicitarios justifican desembolsos como el de los cien millones por Gareth Bale.

Los cambios han sido tan significativos que en realidad ya no sabemos cuáles son nuestros colores. Cada temporada se modifica el equipamiento oficial para fomentar la venta de camisetas de la que se obtienen grandes beneficios. En Barcelona, dado que el régimen de Franco impidió que el estadio fuera bautizado como Juan Gamper porque lo acusó de masón, no tendrá muchos chirridos si finalmente se titula con Qatar. En Madrid habrá más reticencias dado que don Santiago Bernabéu fue más que un presidente. Todo bien aderezado con la remodelación del recinto para convertirlo en uno de los mejores el mundo.