La teoría es que el alcalde de Burgos ha cedido ante la violencia y no ante la gente que se ha manifestado de manera pacífica. Es tanto como afirmar que los políticos no se doblegan ante las protestas civilizadas. que no atienden a razones y que solo a través de la fuerza es posible hacerles cambiar de idea. La conclusión está clara: leña al mono.

Todo es muy confuso. A las personas de orden se les llena la boca asegurando que la mayoría de la gente se manifiesta de manera pacífica y que los violentos son una minoría controlada por la policía. Pero luego otorgan a esta minoría un poder enorme. Hay algo que no casa. La vicepresidenta del Gobierno no se explica que estos desórdenes sucedan precisamente cuando comienza la recuperación económica. La recuperación económica, que nosotros sepamos, se da fundamentalmente en los discursos que le escriben a Rajoy. En la realidad, nada de nada: se continúa despidiendo gente, los salarios siguen bajando y los jóvenes se ven obligados a emigrar más ahora que cuando la prima de riesgo estaba por las nubes.

La gente se inclina por hacer caso a la realidad. La gente es muy realista. Pero hay más realidades que piojos. En la realidad gubernamental, lo que importa ahora es que se ponga en marcha la economía financiera, que es la economía irreal por antonomasia, signifique lo que signifique antonomasia. Por eso se han saneado los bancos con fondos procedentes de las economías domésticas, de las economías reales. Miles de millones que jamás regresarán a las arcas públicas de las que salieron. La teoría es que la economía irreal, tarde o temprano, pondrá en marcha a la economía real, al modo en que las fantasías eróticas provocan erecciones reales. Una especie de psicosomática. Cuando los especuladores se hayan forrado de nuevo, la sociedad somatizará parte de ese bienestar. La economía financiera, como los que ejercen la violencia en las manifestaciones pacíficas, es minoritaria. Pero es la que manda. Insistimos: todo es muy confuso.