Estos días está más de actualidad que nunca Anna Wintour. Sí, sí que la conocen. Es esa señora con el pelo a lo paje y grandes gafas de sol que aparece en la primera fila de los desfiles de moda más importantes con los principales diseñadores del mundo babeando a su alrededor. Y es que, la editora jefe de Vogue USA puede a su voluntad encumbrar a un modisto o acabar con su carrera. Que el poder de esta mujer de 64 años no se limita al mundo de la moda se evidencia con una descripción que hizo de ella el periódico The Guardian calificándola como la «alcaldesa no oficial» de Nueva York e incluso se ha especulado con que Obama, al que apoya sin fisuras como antes hizo con Clinton, pensó en recompensarla con un puesto de embajadora de Estados Unidos en alguna capital europea como París donde, por cierto, dispone de una suite en el Ritz.

De ella se habla siempre, pero si en estos días está de actualidad es porque, por si le faltaba algo, ahora ya tiene un museo. El Metropolitano de Nueva York ha anunciado que va a llamar a su instituto de moda Centro del Traje Anna Wintour, lo que tampoco es de extrañar dado que esta mujer a la que le queda tiempo para labores filantrópicas, es fiduciaria del museo y se calcula que ha logrado recaudar 125 millones de dólares para el instituto del traje. Así, no es raro que le pongan su nombre, y una estatua. Además, ¿quién puede en la actualidad representar al mundo de la moda con más solera que esta señora? Tras 25 años al frente de la edición norteamericana de Vogue, Wintour ha logrado incrementar sus ventas y sortear la crisis; vende más de 11 millones de ejemplares y es ella la que pone las condiciones a las celebridades que aparecen en la revista hasta el punto de que se rumorea que vetó a la todopoderosa Oprah Winfrey mientras no perdiera peso. Igual no es verdad, como tanto de lo que se dice de esta mujer a la que está trascendiendo su leyenda alimentada por la película El diablo viste de Prada basada en un libro que habría escrito una antigua colaboradora y que reflejaría a Wintour en aquella jefa tirana e insoportable pero vulnerable que interpretaba Meryl Streep. Cuentan, de hecho, que es una tortura trabajar con ella y que trata a sus empleados como escoria mientras otros resaltan su innegable olfato para descubrir nuevos talentos, su capacidad de trabajo y su apoyo a entidades benéficas. Todo un personaje que, por cierto, dejó los estudios con 16 años lo que no le ha impedido ser una de las periodistas más influyentes, respetadas y temidas del mundo más allá del ámbito de la moda del que ella misma se ha convertido en un icono.