Les da miedo el bulevar de los bancos rotos porque cuestiona esa política de obras son amores en la que el concejal bailaba agarrado con el constructor y no se llevaba cuestionar el vals del asfalto porque todo proyecto era para mejor, y donde había ruido de apisonadora había alegría y cuando hay alegría la gente consume y el que se queja de la alegría es un aguafiestas. Los vecinos de Gamonal, un barrio de Burgos, salieron a pedir que no los mejoren, por favor, que una cosa es mejorar y otra arrancar los pelos. Parece que la autoridad no lo entiende pero, en realidad, no lo acepta y sabe que algo se está jugando en ese barrio que no quiere ser bulevar, cuando bulevar, la misma palabra lo dice, es un verbo sinónimo de mejorar que viene del francés, que es mejorar dos veces. «Barrio» es una palabra de sabor amargo mientras que «bulevar» es un bombón.

Se olvidaron de preguntar a los más directamente afectados, los vecinos, por un cambio que era un negocio interesante para personas que no residen en él. Pero es que los afectados, la misma palabra lo dicen, son afectados. Para mejorar, por supuesto. Como la crisis: para avanzar hay que retroceder; para mejorar, empeorar; para vivir mejor, vivir peor.

La fotografía hablaba por sí misma. Los que habían reventado toda la capa asfáltica de la avenida con permiso municipal se asombraban de los desperfectos causados por los vecinos sin permiso municipal.

El pie de la foto, en confluencia feliz del asunto, el nombre del alcalde y la sinécdoque era un retruécano perfecto: La calle no quiere la calle de Lacalle. Y por la sinécdoque fraguista, la calle entra en el campo semántico del ministerio del Interior, para el que no rigen las causas sino los efectos y lo que importa es que los vecinos sean vecinos, que el barrio de Gamonal no se extienda fuera de sus límites y que los antidisturbios se justifiquen por los antisistema.