La noticia que más me ha impactado esta semana ya la conocía, ya la conocemos todos porque se publica periódicamente sin que nunca tenga consecuencias. Ni consecuencias morales, ni políticas, ni económicas, ni sociales. Me refiero a la noticia que da cuenta de que 85 personas tienen tanto dinero como la mitad más desfavorecida de la población mundial, es decir, como 3570 millones de personas. Lo que significa que, de media, cada uno de esos 85 millonarios tiene tanto dinero como 42 millones de personas, es decir, como un país del tamaño de España. La noticia también dice, como complemento de esta, que la mitad de la riqueza mundial se concentra en el uno por ciento de sus habitantes.

Quien ofrece esos datos es el informe "Gobernar para las élites. Secuestro democrático y desigualdad económica" publicado por Oxfam Intermón. En ese informe se dicen más cosas escalofriantes: que los ingresos conjuntos de 10 personas superan el coste total de las medidas de estímulo aplicadas en la UE entre el 2008 y el 2010; que 20 españoles atesoran más riquezas que los nueve millones y medio de compatriotas más desfavorecidos; o que en Estados Unidos el uno por ciento más rico ha concentrado el 95 por ciento del crecimiento posterior a la última crisis financiera. Este informe, que se presentará en el Foro Económico Mundial de Davos, es tajante a la hora de denunciar eso que anuncia su subtítulo: el secuestro de la democracia por parte de los poderes económicos, que se aprovechan de las debilidades de la primera para obligar a que las legislaciones se hagan en función de los intereses de las élites y no (e incluso en contra) de las necesidades del resto de ciudadanos. Austeridad hasta la asfixia, y en casos cada vez más frecuentes hasta la muerte (porque la ambulancia tiene que desplazarse desde más lejos al haberse anulado docenas de servicios y de vehículos, porque no se puede asumir la factura energética y hay bebés y ancianos que fallecen de frío, porque no se pueden pagar ciertas medicinas o tratamientos, porque no se pueden adquirir comida y los bancos de alimentos o comedores que los proporcionan gratis empiezan a no dar abasto,etc.), para los desfavorecidos y alfombras rojas y medallas para los plutócratas.

Sí, la democracia es un adorno y una excusa y una gigantesca falacia si sus mecanismos de funcionamiento y de control están en manos de un puñado con nombres y apellidos (esos nombres y apellidos también salen con regularidad en los periódicos) a los que el resto de la población importa exactamente un carajo. O les importa no como personas sino como clientes potenciales de sus negocios, como ganado para cebar sus establos mentales y sus cuentas en paraísos fiscales, como carne de cañón para sus guerras o juegos de poder. 85 sujetos que valen tanto como 3570 millones de seres humanos: qué triste salvajada, qué inhumanidad, qué vergüenza, qué fracaso de civilización, qué asco. Y qué enorme mentira institucionalizada y avalada por tipos a los que hemos votado sin saber, porque nos lo ocultan , porque nos hipnotizan, porque nos chantajean, lo que en realidad estamos votando, a quiénes sirven en la sombra esos a los que votamos. Lo que demuestra que no vivimos en un mundo democrático sino en un mundo que se ha inventado la democracia para que los ricos tengan la conciencia tranquila (para que no les pesen nuestras muertes de pobres) y la clientela garantizada.