No hay delito ni infracción en la actuación del colegio San Patricio. La Fiscalía ha archivado la investigación. Y en el centro, según cuentan, reina la normalidad... Para todos menos para Gabi y su familia, que porfía en que este escolar sea tratado de acuerdo a su identidad de género. El sexo, indudablemente, no se encuentra en los genitales, sino en la cabeza y el alma. Pero también resulta razonable pensar que a los seis años y medio un niño no ha desarrollado su sexualidad. Los expertos de Carlos Haya recomiendan no precipitarse. Más bien todo lo contrario: mantener una actitud prudente y expectante. Es lo que ha hecho el colegio. El obispo lo dijo el otro día, aunque uno ya no sabe bien a qué atenerse con su eminencia. Porque entre lo que dice, lo que cree que dice, lo que quiere decir y lo que pretende que entendamos dista la publicación de una noticia y un desmentido a través de un comunicado que te deja con cara de tonto o con la sensación de que te quieren hacer pasar por uno. Con todos los respetos hacia el prelado. Jesús Catalá ve que la Junta abusa de su poder. Abusa. Porque aún insiste en retirar el concierto al centro a pesar del archivo de la causa y de que el centro cumple escrupulosamente con el convenio. Motivos espurios, asegura, en ningún caso educativos. Lo cierto es que la legislación nada dice al respecto. Y también parece verdad que el colegio se ajusta a la normativa. Eliminar el concierto por, presuntamente, discriminar a un alumno con disforia de género, no tiene base jurídica y como dicen los entendidos, estaría cogido con alfileres. Bien parece una represalia por no acatar las exigencias ofrecidas por la Consejería de Educación ahora que la Junta ha sacado la tijera para recortar aulas concertadas. Política. El consejero del ramo, Luciano Alonso, lamenta que el obispo intervenga en esta cuestión. Je. No esperaría una intervención de Bob Esponja... Si el San Patricio es de la Fundación de la Victoria y ésta es del Obispado... Alonso dice que el obispo no entiende de estos temas, y claro lo dice alguien que lleva dos días en el cargo y que, aún siendo maestro, hace mucho que dejó las aulas por esto de la función pública, pasando de puesto en puesto. El caso es que en medio de toda esta polémica sigue el niño, que está siendo utilizado por todos. Por su bien y el de sus compañeros esta sobreexposición a la que está sometido el centro debería acabar.