Tengo un director de banco (antes caja) al que agrada llamarme para decir que ando en rojo, no que soy rojo, que es distinto. Pero tiene una gracia especial al añadir que me tiene cogido por los mismos hasta el 2025, año de gracia en el que podré respirar a gusto; o a lo mejor no, porque para ese año llevaré unos cuantos criando malvas pese a que me cuido en las comidas, hago mi obligatoria pantomima de trotar cinco kilómetros como un pony, me quité del tabaco y hasta gozo con la cerveza sin alcohol, infame líquido que me revuelve las neuronas. Eso es lo que hay, lo quiera o no.

Ayer me llamó y fue tajante: el ordenador te reclama a capítulo, o pagas o empieza a contar en rojo. Y estas llamadas las hace con tanta frecuencia que el ordenador, donde está reflejada mi vida y pesares de 50 años de trabajo, se ha convertido en mi mejor despertador porque todos los días, sin fallar ni en domingos ni en fiestas de guarda, me maltrata a las seis de la mañana. Toca diana y me voy a buscar espárragos, tagarninas y collejas que ahora es el tiempo, o caracoles un poco más adelante. Y así, en plena naturaleza, tengo la sensación de estar engañando el ordenador, pero ya lo he dicho, es una sensación porque este aparato en cuanto me descuido salta como una ballesta y dirige su flecha al corazón (¡Cómo lamento que se fuera el doctor Almansa, Don Ángel! El que me llenaba el cuerpo de cables para terminar por decirme que estaba como un toro).

Pues a este director, sin cafecito de por medio porque ya no computa como salario, le dije que me aguantara un poco, que tenía la solución que engrasaría el ordenador y, que por una vez y sin que sirva de precedente, dejaría de ser o estar en rojo. Y añadí: Tú propia entidad, al más alto nivel, me ha hecho una oferta que me estoy estudiando pero que con seguridad no voy a rechazar, pero ya sabes hay que parecer duro en toda negociación. Te cuento, me ha dicho que al mes me entrará en la buchaca, perdón por el palabro, todos los meses 7.000 euros. Yo le he preguntado si con ello debe entregar mi recatada virginidad, si debo venderme por plato y medio de lentejas o me tengo que ir a los alrededores de las atarazanas para hacer la calle; o si tenía que llenar unos folios en blanco con el abecedario de la corrupción. Y sabes lo que pasó ante mi asombro que me dijo que no; que tenía poco que hacer nada, en todo caso asomar mi impresentable jeta por algún consejillo dos o tres veces al año. Y ¿por qué yo? pregunté. Y la verdad es que no me esperaba la respuesta: Hasta en el infierno tienes quien te apoya, que alaba sus dotes camaleónicas y tu inapreciable capacidad para mover voluntades y, además, aguantar como un corcho tormentas y ciclogénesis y, por si fuera poco, cada noche duermes en mullido colchón, arropado y amado por caricias sin par y, como tú sabrás, nosotros tenemos que tener en cuenta por dónde van los tiros y quien es el que manda.

Ante tal avalancha de virtudes que yo desconocía hubiera en mi persona y en mi intelecto, le dije a mi interlocutor, con mando en plaza, que yo no me llamaba Ignacio López del Hierro, ni compartía lecho con Mariloli. Al otro lado del teléfono oí una respiración entrecortada y después de unos segundos colgó. Y a los pocos segundos recibí otra llamada, ésta del director de la oficina, clara y rotunda: «pasa por ventanilla, que esto no aguanta». Y así estaré hasta el año 2025 si no consigo transmutarme, algo difícil a mi edad.

P.D.- (1) Susana Díaz en Bruselas abriendo puertas y voluntades. Llevaba la lección aprendida y los deberes hechos. En el control del déficit estamos muy por debajo de la media. La pregunta es: ¿Por qué aquí, en Andalucía, se pueden hacer otras políticas y no en otras comunidades que incluso tienen mayor déficit?

(2) Mariano Rajoy ya no sabe por dónde y cómo tapar las vías de agua que le abren al PP y encima me vienen estos andaluces a darme la murga para que elija ya al candidato a la Junta. ¡Señor, señor, cuánto trabajo. Jorge (Fernández Díaz), ¿Me quieres decir qué y a quién señala el brazo incorrupto de Santa Teresa?