Mientras el madridismo se frota las manos a medida que toma forma el proyecto de Carlo Ancelotti, la preocupación asciende hasta la zona noble del Bernabéu. Que el equipo funcione es una buena noticia. Que funcione sin Bale, Isco e Illarramendi, no tanto. El galés y los dos jóvenes españoles son fichajes de esos que Florentino Pérez considera «estratégicos», ejemplos de un modelo que se resume en los mejores jugadores del mundo y los más prometedores de España. Ancelotti empezó la temporada intentando cuadrar los intereses del club con los del equipo. Cuando vio que así resultaba imposible dotar al conjunto del equilibrio necesario ha tomado decisiones que chocan con las directrices presidenciales.

En la pretemporada, Ancelotti probó con el 4-2-3-1 que, a la espera de Bale, facilitaba la integración de Illarramendi y, sobre todo, Isco. Por detrás de Benzema, con Di María y Cristiano en las bandas, Isco fue la sensación del verano y del comienzo de temporada. El malagueño resultó determinante en las cinco primeras jornadas, en las que contribuyó con cuatro goles al buen arranque del Madrid. Pero desde el partido de Elche, cuando fue sustituido en el minuto 69, Isco empezó a ser un problema. Primero quedó desplazado a la banda izquierda, donde influía menos en el juego, y finalmente al banquillo.

Ancelotti comprobó que con una línea de tres por detrás de Benzema el equipo se partía. Era un conjunto con un gran potencial ofensivo, pero que sufría atrás. El aterrizaje de Bale, titular obligado por el coste del fichaje, le creó un problema añadido que acabó siendo una solución: hacerle hueco a Di María. El despliegue físico del argentino, un jugador capaz de cubrir mucho campo, le llevó a una medular con tres jugadores, junto al recuperado Xabi Alonso y a un Modric que le fue ganando claramente la partida a Illarramendi. Ancelotti había pedido en vano el fichaje del chileno Vidal, del Juventus. Sin él y sin Khedira, lesionado para toda la temporada, el triplete de centrocampistas estaba cantado.

Los problemas físicos de Bale han suavizado hasta ahora otro foco de conflicto entre el presidente y el entrenador del Madrid. El galés, tras un inicio esperanzador, apenas ha tenido peso en el equipo, ya sea por sus desangeladas actuaciones o por la falta de continuidad debido a las lesiones. Todo lo contrario que Jesé, que ha aprovechado cada oportunidad que le ha dado Ancelotti. Más allá de los números , Bale sale malparado de cualquier comparación con el delantero canario, uno de los jugadores del momento.

De los ocho goles de Bale en Liga solo uno, el de Villarreal, resultó determinante para el Madrid, que empató a dos en El Madrigal. En cambio, la puntería de Jesé influyó directamente en la victoria en Valencia (2-3) y en el reciente empate de San Mamés (1-1). También participó en la remontada in-extremis en el campo del Levante, aunque los goleadores fuesen Morata y Ronaldo. Su tercer gol en Liga fue en otro gran escenario, el Camp Nou, aunque no sirviese para nada. Con sólo 52 minutos en la Liga de Campeones, la Copa del Rey ha sido el otro gran escaparate de Jesé, que coronó la mejor jugada del partido frente al Atlético con el remate que supuso el 2-0.

El sorprendente descarte a última hora de Bale para la semifinal copera permitió a Ancelotti formar con su equipo ideal sin provocar sarpullidos en el palco presidencial. En teoría, el tridente de ataque (Bale, Benzema y Cristiano Ronaldo) es intocable por la categoría de los jugadores y también por los intereses del club. Si Bale vuelve a estar a disposición del entrenador con regularidad, Ancelotti tendrá que elegir entre lo que le pide Florentino Pérez y lo que le conviene al equipo. El italiano, que llegó al Madrid con fama de técnico obediente con sus superiores, ha sorprendido con detalles que demuestran su independencia de criterio, algo que ha sido valorado por el núcleo duro del vestuario madridista.