Porque no voy... uno ya no sabe cómo acertar», habrá pensando el pobre ministro de Educación, Cultura y Deporte, José Ignacio Wert. No lo busquen mañana en la gala de los premios Goya, entre planos de Inma Cuesta, Blanca Suárez y Hugo Silva, porque no va a estar, según él, «por problemas de agenda». El ministro ha quedado el lunes por la mañana, y además en Londres, con el ministro británico responsable de Universidades, Vince Cable y, claro, no llega, y menos con el cambio horario. «Qué casual, casualmente, pasan tantas casualidades», diría cualquiera, o Groucho Marx comprando libros para apostar en las carreras, en referencia a esta ausencia en un ruedo en el que, a buen seguro, le iban a caer más de uno y más de dos reproches -como le cayeron hace algunas semanas en la entrega de los premios Forqué- por la manera de gobernar la barca cultural del país del ministro, a quien también se le podría reprochar que no esté mañana en Málaga, en la final de la Copa del Rey de baloncesto, que para eso también es responsable gubernamental del deporte de nuestro país. Porque el caso es reprocharle algo a este hombre, que no da con la tecla de tener contento a alguien.

Pero en este caso, sólo en esta caso, hemos de hacer una excepción porque, reconozcámoslo, todos lo hemos hecho. Ese escaqueo para evitar un mal rato es un deporte tan español como la siesta, el critiqueo o el me tomo una y me voy para casa... «A ver cómo te explico yo esto», «tengo una comida familiar y no sé cuánto tiempo voy a estar liado», o el no menos clásico «si te iba a llamar, pero no te vas a creer lo que me pasó...». Wert, que vive en esferas mucho más altas que el populacho, tiene «problemas de agenda». Ese es el nivel, y esa es una excusa como otra cualquiera de decir «a los Goya va a ir tu prima, y que le piten a ella». Respetémoslo, por esta vez, y tomemos este escaqueo de hoy como una futura ausencia mañana. Sin excusas, sin historias, simplemente su ausencia, no sé si me explico...