La asistencia a los entierros

Suele creerse que las buenas personas convocan a muchos de sus semejantes a sus entierros. En un buen número de casos, las cosas son así, pero no siempre. En otros su-puestos, hay otros factores que motivan la asistencia a los sepelios, entre los que se me ocurre señalar la simpatía y el don de gentes del fallecido (que no hay que confundir con la bondad), así como sus preeminencias sociales.

Estoy convencido de que, a veces, hay personas que, para cumplir con el rito social, van al entierro de sus enemigos. También hay renglones torcidos de Dios a quienes casi nadie despide en el camposanto que, tras haber padecido una vida cruel e injusta, se ven en sus exequias con muy pocos asistentes. Son los que viven dando y padeciendo guerra, pero que, al final, aunque sea con 83 años como mi padre, mueren como angelitos.

Antonio Romero Ortega. Málaga

Humildad y soberbia

Ya han corrido ríos de tinta sobre la actitud de Esperanza Aguirre frente a la rectitud de un agente regulador del tráfico urbano en Madrid que cumplía con su obligación. Al margen de que este tipo de noticias se sobredimensiona, parece que la rabieta de Aguirre hacia el agente fue tal que le dejó ruedas arriba. Se confirma en este caso la veracidad de uno de los cientos refranes de este país: «Dime de qué presumes y te diré de qué careces». Y es que la humildad está reñida con la soberbia.

Jesús Sánchez-Ajofrín Reverte. Málaga

Políticos y generalizaciones

Sr director: Las generalizaciones no son exactas, es mas en mucho casos no solo no son exactas , sino que además suelen ser tendenciosas. Dicho cuanto antecede quisiera llamar la atención sobre un hecho que recurrentemente se está produciendo en los medios de comunicación, me refiero en concreto a la frase que de forma casi automática , cansina diría yo, repiten una y otra vez los políticos entrevistados al tratar el tema de la corrupción : «Hay políticos corruptos pero la mayoría son personas honradas». Bien está, si son honrados y no se enteran de las corrupciones que se producen, son incompetentes con sueldos fabulosos. Si son honrados, competentes, se enteran de las corrupciones y no las denuncian entran en la figura de: «colaborador necesario para la comisión del delito», con lo cual en mi opinión dejan de ser honrados . Por cierto , a pesar de cierta parlamentaria «El dinero público sí tiene propietario».

Juan Díaz López. Málaga