Horrach es un coloso de la lectura rápida y de la escritura veloz. En apenas unas horas se leyó los 167 folios por los que el juez Castro justificaba la imputación de la infanta por antonomasia y escribió otros 67 de respuesta. Esto lo puedes creer o no, pero los datos están ahí. Tuvo que hacerlo durante la noche, además, es decir, con nocturnidad, cuando todos sabemos que a esas horas la lectura se torna lenta, incluso aunque uno tenga los globos oculares en las condiciones óptimas de humedad. No es mi caso: a partir de las 22,00, si quiero continuar leyendo he de ponerme lágrimas artificiales, sobre todo si la novela es de mucha lástima. Horrach, el defensor por antonomasia de la infanta por antonomasia no menciona la utilización de ningunas gotas. Su escrito de respuesta, sin embargo, hace llorar.

Hace llorar, en primer término, porque no es verosímil ni que leyera los casi 170 folios de Castro ni que escribiera los casi 70 que se le atribuyen. No cuela. No hay ser humano capaz de llevar a cabo esa hazaña en 10 o 12 horas. Además, no estamos hablando de leer una novela de trama apasionante, sino de un documento en el que se razonan minuciosamente las razones de una imputación. Quiere decirse que, si no eres un chapuzas, has de dar cuenta de él con lápiz en mano, subrayando y tomando notas para contraargumentar con conocimiento de causa. El argumento principal de Horrach es que a Castro le gusta salir en la tele, cosa que se podría afirmar de él, con la diferencia de que él, además de salir en la tele, le gusta medrar. Lo entendemos.

Pero no íbamos a eso. Íbamos a la sospecha de que ni Horrarch leyó el texto de Castro ni escribió la respuesta. Esto es lo más lógico. De ser así, la respuesta permanecía escrita en un cajón desde hace tiempo. Dirán ustedes que cómo se puede responder a un escrito que no se conoce. Sencillo: por la cara. Lo que conocemos del escrito de Horrach es fundamentalmente un ejercicio de caradura, pues si de verdad piensa que Castro prevaricó, debería haberle puesto ya una denuncia en nombre de todos nosotros. Para eso está el ministerio fiscal. A ver si por lo menos en eso consigue ser un poco coherente. Permanecemos a la escucha.