La noche televisiva iba siendo más o menos como todas. Sketch de José Mota, periodismo de investigación, en vivo. Someten a la máquina de la verdad a la cabra de la legión, porque hay sospechas sobre su conducta fiscal. Colocados en su cuerpo los sensores, le preguntan si cobra su salario, de cabra legionaria, en A o en B. La cabra responde ante el micrófono: ¡Beeeee!. Carcajadas. Esa inesperada fibra de lo absurdo, que está en algún lugar del cuerpo o de la mente, y que, por algún raro motivo, abre la trampilla de la risa que estalla. Los llamados chistes tontos han sido siempre los mejores, junto con las escenas no pensadas como chiste, como la de Ramón García, envuelto igual que siempre en su capa española, quejándose del frío (-3º en la Puerta del Sol), mientras su pareja en la noche, Anne Igartiburu, luce, soberbia e impertérrita, un vestido rojo con escote palabra de honor.