La embajada estadounidense en París cambió ayer su foto de perfil en Twitter por una frase: «Je suis Charlie». Los yanquis, tan suyos para entender eso de la libertad, no dudaron en condenar de forma taxativa el abyecto ataque de la panda de malnacidos que asesinó a doce personas a sangre fría ayer en Francia. ¡Qué desesperanza en la raza humana, joder!

Esos desgraciados que decidieron ayer tomarse su justicia por su mano llevándose por delante a policías y dibujantes estarán jactándose de su buena acción del día. Eso no hay Dios ni fe que lo justifique. Literalmente. Eso por un lado. Por otro, pensemos en lo que a nosotros, desinformados y comodones occidentales, nos incumbe. Han disparado a quemarropa a nuestra libertad de expresión; han rematado en el suelo a nuestra libertad de prensa.

Hay que estar acojonado. El periodista Eric Fratini llama a este terrorismo deslavazado «terrorismo Just do it», utilizando el claim de la marca Nike. «Hazlo». Cualquiera puede sembrar el terror con una olla exprés, pólvora y tornillos; cualquiera puede rebuscar en el mercado negro armas y liarse a tiros. Estamos jodidos con esto. Un par de amigachos puede juntarse y retroalimentar su fundamentalismo. Y mira, yo no te hablo ni de religiones, que eso es sagrado, te hablo de sentido común, de poner cordura. Esto es muy serio. Ayer me acosté con los huevos de corbata. Me da miedo ver a estos pegar tiros por venganza. Pocas cosas me preocupan más que la defensa de las libertades. Malditos sean los que enarbolan la violencia para defender sus ideales.

La libertad de expresión y la libertad de prensa, dos derechos inalienables que ayer intentaron arrebatarnos. La libertad tiene que estar por encima de todo.

*F. J. Cristófol es periodista

@fjcristofol