Hoy es el típico sábado en el que molaría no tener que ponerse serio. Un sábado para hablar del partidazo que esta tarde se juega en La Rosaleda entre el Málaga y el Villarreal; de lo indiferente que le puede dejar al personal la lista del PSOE de Málaga presentada ayer, para las elecciones municipales del próximo mes de mayo; o del inusual calor que va a hacer este fin de semana en Málaga cuando, copón, debería hacer frío, que para eso estamos en enero. Pero va a ser que no. Ni el fútbol, ni la política local, ni siquiera el Pequeño Nicolás pueden eclipsar la tremenda movida que desde el miércoles por la noche sacude París y Francia y que ha tenido ecos de psicosis en algunos puntos de España e incluso en Málaga -ayer, una falsa alarma obligaba a acordonar los alrededores de la estación de autobuses por una maleta sospechosa-. Primero el periodismo en particular y después la sociedad europea y mundial en general, se han conmocionado con los dos tiroteos que ayer se producían en el país vecino y en los que perdían la vida rehenes inocentes por la voluntad de unos majaretas que también fallecían y que querían vengarse por unas irrespetuosas viñetas en la revista francesa Charlie Hebdo. Por unas viñetas. Es estremecedor comprobar las barbaridades que ocurren por culpa y en nombre de las religiones, que llevan siempre por bandera el amor al prójimo pero que parece que en sus estatutos no se contempla la diferencia de pareceres y el respeto a los mismos.

Satirizar, buscarle algo de sentido del humor a un conflicto ideológico le ha costado la vida a dibujantes y periodistas. Y jode pensar que escribir y dibujar con libertad te puede costar la vida en asuntos así, cuando lo máximo que escribe uno es un leve palito al jeque Al-Thani por no fichar más y mejor o al alcalde por no poner fuentes para beber agua en la ciudad sin el miedo a que un Malaka Hincha o un técnico municipal le parta la cara por la calle. Porque de eso va el periodismo. De contar historias. De denunciar. De analizar. De escribir. Pero de escribir con tinta, no con sangre.