El fútbol vive de rachas y nadie escapa a ellas. En enero del pasado año el Real Madrid ponía los cimientos de una impresionante remontada que le llevó disputar el título de Liga hasta el final cuando en noviembre parecía casi totalmente descartado, y a conquistar la Copa del Rey ante el Barcelona y la Liga de Campeones frente al Atlético de Madrid en Lisboa. Y ese arreón lo prolongaron los de Carlo Ancelotti al inicio de la actual campaña hasta hilvanar la mejor racha de victorias lograda por un equipo español con veintidós triunfos consecutivos...

En medio de esa racha cualquier parche terminaba siendo una obra maestra del entrenador italiano. Que falta Gareth Bale, pues más minutos para James Rodríguez...; que se lesiona Luka Modric, pues más balón para el malagueño Isco. Y así, a golpe de victorias, el madridismo pasaba la página de tipos como Ángel Di María o Xabi Alonso, al mismo tiempo que iba poniendo cruces al lado de los nombres de sus rivales.

En realidad la gran obra maestra de Ancelotti fue convencer a James, a Isco, a Modric y a Kroos de anteponer el trabajo táctico al arte, el sacrificio al lucimiento. Y aquello funcionó hasta que el Mundial de clubes pareció saciar el hambre de los jugadores... o fulminar sus fuerzas. Al margen la «amistosa» derrota ante el Milan, el paréntesis navideño y el cambio de año han supuesto un cambio en el espíritu blanco que, menos generoso en el esfuerzo, se ha traducido en la derrota liguera ante el Valencia, minimizada de inmediato por la posterior derrota del Barcelona en Anoeta, y el varapalo copero del miércoles en el derbi ante el Atlético de Madrid; una derrota ésta que sí deja una estela de dudas y la sensación de que la máquina se atasca ante rivales del «rasca y pega» como los rojiblancos.

Al margen de que por primera vez en la temporada se quedara sin marcar (de agosto a diciembre de 2014 sumó 106 goles en 25 partidos; en los dos que lleva en enero de 2015 sólo ha logrado uno, en Valencia, y de penalti...), la derrota en el Vicente Calderón cuestiona no solo el futuro del Madrid en la Copa sino que evidencia los problemas de un equipo de solistas reconvertidos en trotones frente a grupos tan espartanos y dados a la entrega física como el Valencia del portugués Nuno o el Atlético del argentino Simeone; un Atlético al que los de Ancelotti han sido incapaces de superar en el actual curso cuando ya se han enfrentado en cuatro ocasiones: empate (1-1) y derrota (1-0) en la Supercopa de España; derrota en Liga (1-2 en el Santiago Bernabéu) y derrota en Copa (2-0 en el Vicente Calderón).

La cuesta de enero se le está poniendo al Real Madrid muy cuesta arriba pues no encuentra el entrenador italiano receta para superar con sus estilistas centrocampistas a equipos de curtidos coraceros como el Valencia o el Atlético. Y porque Bale parece cada partido alejarse un poco más del engranaje blanco, y porque hasta Cristiano Ronaldo atraviesa ese mal momento que siempre le llega a todo delantero a lo largo de una campaña.

Cuando su defensa presiona y su centro del campo suma fuerzas y esfuerzos el conjunto merengue hilvana victorias sin aparente esfuerzo; cuando su centro del campo suda menos que el del rival pierde magia, encanto y partidos. Hoy tiene una nueva prueba en Liga ante el Espanyol y el jueves un examen de grado en la vuelta de la Copa ante el Atleti.