A lo mejor es una obra tremenda, y quizás haga furor, pero la versión maléfica de Don Juan dirigida por Blanca Portillo y estrenada en Madrid, con la que según ella se propone destruir el mito, parece en su intención algo simplona. En realidad Don Juan, en todas las versiones conocidas, ha sido una representación del mal, pero sin ignorar la fatídica seducción que el mal tiene sobre la gente. En unas versiones Don Juan va de cabeza al fuego eterno, y en otras es redimido in articulo mortis por el amor, sin que en ninguna sea propuesto como ejemplo. Es más, como ha planteado el catedrático Jesús Peláez, tal vez el mito tenga su origen en un exemplum de los sutiles jesuitas, de los que empleaban para apartar a los cuerpos pecadores del pecado. Don Juan siempre ha acabado con todo lo que es bueno, pero ahí está su potencia seductora. La ambivalencia nunca es entendida por los simples.