Ya no es que jueguen a un aburrido partido de tenis, no, ahora juegan al frontón, cada uno a lo suyo y contra la pared. Ese es el juego que últimamente viene practicando la «hidalga» presidenta de la Junta de Andalucía y el hasta hace poco fiel escudero Valderas.

Ellos se entretienen en demostrar tener más ego que sesera; no era necesaria tanta demostración, ya se sabía. Pero los andaluces no confunden gigantes con molinos, no. En Andalucía hay temas más importantes que el desasosiego que pueda producirles el próximo referéndum donde las bases de Izquierda Unida, con toda probabilidad, decidirán que se rompa con el pacto de gobierno, o la polémica generada por el viaje de Valderas a los campos de refugiados del Sáhara. Él no quiere ser menos. Si Susana Díaz fue recibida, cual jefe de Estado, de su «estado», por el rey de Marruecos, él quiere ser recibido, fular al cuello, por el Frente Polisario. A ambos nos les corresponde ni una cosa ni la otra, es el sinsentido común.

Los problemas ciudadanos son otros, como que la presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz, reconozca que no será posible bajar del millón de desempleados en la región aún, en contra de lo que había anunciado en fechas anteriores, cuando fijó este ansiado propósito en 2014. Ahora la presidenta ha admitido que el ritmo de creación de empleo en Andalucía no es el mejor. Sin embargo, asumir que la región tiene un problema grave de desempleo no parece suficiente, ya que, a pesar de las renovadas promesas, las líneas de actuación en cuanto a política económica y de empleo que viene desarrollando la Junta de Andalucía no parece que den sus frutos.

Si en Andalucía hay más de un millón de parados mientras hidalga y exescudero juegan al frontón hay que preguntarse: ¿a qué se han dedicado estos tres años de idílico matrimonio?

Eso sí, si hay que sacar pecho se saca y si hay que engañar a los andaluces también, que para eso somos «fontaneros», pero del partido y de las componendas. Presumir que Andalucía ha liderado la creación de empleo en los últimos meses del año en España, pero sin mencionar que la región ha cerrado el año con una caída del 2,3% del desempleo mientras en el resto del país ha bajado un 5,3% respecto del año anterior, es contar una verdad a medias o, como se suele decir, no contarla.

Es como afirmar que se desarrollan planes de incentivo a la contratación sin mencionar que el empleo que se genera es precario e inestable, está mal remunerado y no se consolida.

Estas cuestiones deberían ser más preocupantes para el Gobierno andaluz que permanecer distraído con riñas y pulsos internos, que no hacen sino alimentar un ambiente de inestabilidad que flaco favor hace a la Comunidad.

Solucionar los problemas de los andaluces, paro, sanidad, educación o dependencia, no es lo importante, ahora el debate es quién gana el pulso del viaje al Sáhara. Cada uno a lo suyo. El escudero quiere dejar de serlo y la hidalga se resiste a que éste se le suba a las barbas. Ellos a lo suyo y nadie a lo nuestro.