Esta ciudad proporciona abundantes titulares a la prensa relacionados con el patrimonio arquitectónico; por desgracia, en la mayoría de los casos suelen ser con carácter negativo o, cuando menos, controvertido. En estos días celebramos una casi milagrosa excepción: la rigurosa y exquisita restauración integral de la iglesia del Santo Cristo de la Salud, llevada a cabo por el Instituto Andaluz del Patrimonio Histórico, y que es fruto de un convenio un convenio firmado entre la Junta de Andalucía, el Obispado de la Diócesis de Málaga y la Fundación Montemadrid. La arquitectura eclesial malagueña ha padecido incontables agresiones en forma de desidia, desamortización, guerra civil, restauraciones erróneas. Pero también ha dejado sus secuelas una peculiar forma de entender la religiosidad popular, al igual que determinadas malas prácticas cofrades, que acaban dificultando la percepción del templo como un organismo único, en el que las distintas partes que lo componen se integran en un orden superior que imprime coherencia al conjunto. Y éste es uno de los rasgos más relevantes de este edificio: la armoniosa conjunción de la arquitectura con la escultura y, especialmente, con la pintura. Cuestión a la que no es ajena la rotunda geometría de este antiguo oratorio jesuítico, que formó parte del convento de la misma orden; y que la ejemplar restauración ha venido a subrayar. Sólo cabría objetar el que no se haya resuelto la presencia del cableado en esa fachada sobria y afortunadamente libre de esos azulejos que han estropeado otras iglesias cercanas. Hasta el próximo 7 de febrero puede admirarse el resultado de los trabajos de restauración llevados a cabo en la iglesia del Santo Cristo, en el marco de un programa de visitas guiadas y jornadas de puertas abiertas. No se lo pierdan.

*Luis Ruiz Padrón es arquitecto