Hace tanto tiempo que el enfrentamiento derecha-izquierda estructura el juego político, que nos parece imposible salir». La cita no corresponde a un análisis de la situación española, sino a un pasaje de Sumisión, la novela de Michel Houellebecq de título inequívoco. El trasunto del autor, habitual protagonista de sus relatos, se convierte al Islam. En un libro anterior se había asesinado, y se dejó secuestrar para una película semidocumental.

«Ninguna de las dos formaciones que quedan posee la mínima experiencia de responsabilidades gubernamentales, son perfectas amateurs en materia política». El entrecomillado encaja en una descripción de Podemos y Ciudadanos, pero Houellebecq sitúa como emergentes en Francia a los Hermanos Musulmanes del imaginario Mohammed Ben Abbes y al Frente Nacional de la reaccionaria Marine Le Pen, a la que el autor reviste de un potencial erótico. Ambos candidatos se disputan el Elíseo en 2022.

«El Frente Nacional no ha conseguido nunca penetrar entre los católicos, son demasiado solidarios y tercermundistas». Le Pen se refugia en un discurso impío, donde «la pujanza religiosa» condujo «al embrutecimiento y a la ignorancia vergonzosa». Para no contribuir al triunfo de la extrema derecha, los socialistas del PSF y los conservadores de la UMP se alinean con los Hermanos Musulmanes. El voluble François Bayrou llega al extremo de aceptar el nombramiento de primer ministro de Ben Abbes. ¿Qué actitud adoptarían los debilitados PP y PSOE, ante un islamismo pujante y con la coartada de frenar a la ultraderecha?

«Entre los musulmanes y el resto de la población debe necesariamente, antes o después, estallar una guerra civil». Houellebecq pone el anuncio de las hostilidades en labios de un «movimiento identitario». Manuel Valls ha anunciado que «Francia está en guerra con el yihadismo», no es de extrañar que el novelista haya incluido al actual primer ministro en su novela. El libro publicado el día del atentado contra Charlie Hebdo contiene la frase premonitoria «a lo lejos se oyó de repente una suerte de petardeo prolongado, ´se diría que son disparos».

El presidente francés islamista de Sumisión se pretende una mezcla del emperador Augusto y de Napoleón. Aspira a recrear la Unión Europea con los países africanos ribereños del Mediterráneo, trasladando Bruselas a Roma. Ha colonizado La Sorbona, igual que ha hecho Abu Dhabi con el Louvre. La novela se lee en un suspiro. No parece escrita por un Houellebecq más delicado que de costumbre. Le acusan de disparatado, pero Francia ya se unió contra otro Le Pen en 2002, para proclamar a Jacques Chirac.