Todas las mañanas, temprano, me cruzo con el concejal Zorrilla que, con su gorra de visera leninista, transita en bicicleta por el puente de Tetuán. Le falta la estrella roja, pero en las municipales le van a faltar votos, muchos votos, que se los hurta Ganemos. ¡Qué paradojas! Tanto tiempo esperando pisar moqueta Izquierda Unida y ahora, desde la izquierda, le quitan la colecta. La noche del 25 de mayo va a ser triste, habrá que acercarse para darles ánimo. Como a mí me los da mi abogada Soledad Benítez, que ahora se muda de la Alameda a Puerta del Mar. Conoce el derecho de familia y el canónico como quien ha leído muchas veces Alicia en el país de las maravillas. Además, su sonrisa es muy contemporánea.

Me apresuro porque llego tarde a la cita con Damián Caneda. Revisa unos papeles en su luminoso despacho de la Plaza de la Merced, rodeado de cuadros alegres, mientras posa la mirada en el cine de enfrente. Cuánto tiempo perdido, cuando la vida es tan breve. Qué mal trata Málaga, sus políticos, a sus empresas, qué vía crucis para tantos, qué derroche de energía para nada. Francis Salas se afana en apoyar ideas desde Promálaga, como Enrique Nadales desde el IMFE, y después la Junta u otros jefes tiran por tierra todo proyecto que se alumbra, como el de los Baños del Carmen, porque Vera y Hacha no informaron de la transmisión de las acciones, ¡qué delito!, así se promociona Málaga. Ya lo dije en Balada triste de los Baños del Carmen. Ahora veo la ciudad desde lo alto, desde el restaurante de El Corte Inglés y todo es Hacienda, en mi almuerzo con Alejandro Hernández, de GV Atencia, y nos indignamos en silencio de las cosas de palacio. Como me indigno con Teresa Romero, que ahora confiesa que escondió información a su médica de familia. Tercer revés judicial. No le informó de que había tratado a un enfermo de ébola. ¿Y nosotros que la hicimos heroína postmoderna?, eso nos pasa por buscar víctimas del PP.

Llego a casa y me recreo en un escrito de Mariano Vergara, devoto de Javier Alegre -qué bigote más bien puesto, escribiría Quevedo-, acerca del pasado y presente de la Catedral de Córdoba. ¿Y si reclamamos a los turcos Santa Sofía? Puestos€ Allí el emperador era ungido por el Patriarca de Bizancio. Santa Sabiduría fue cristiana hasta el siglo XV y aquella Constantinopla, hoy Istambul, sometida a saqueo durante tres días, y la cabeza de Constantino XI Paleólogo fue puesta en una pica por el Sultán Mehmet II. Igual Pablo Iglesias hace lo propio con la testa de Rajoy cuando entre a caballo en Moncloa. Ya veo sus barbas puestas a remojo. Viene en mi ayuda Amal Clooney, la abogada de derechos humanos, defensora de un periodista de Al Yazira encarcelado, azote del sistema judicial egipcio. Y Houllebecq, contra la Francia del Islam en su nueva novela, Sumisión, como otrora Oriana Fallaci en La rabia y el orgullo, escrita en un rascacielos de Nueva York mientras muere de cáncer lentamente y cae la tarde en la línea del horizonte. Escuchaba Nashville Skyline, de Bob Dylan.

Ahora, Alfredo Viñas dice adiós. Su galería ya tiene el cartel de se alquila. Qué pena en el corazón cuando se gira la llave y se cierra la puerta y queda atrás tanta belleza e ilusión. Me hablaba de él muy gozosa Ida Willadsen, de Malaca Instituto, una gran empresaria, no sólo por su estatura, sino por el emporio que ha levantado. Vino aquí jovencísima y con minifalda y se enamoró de mi amigo Joaquín Chacón -gracias por mi profesora de inglés, Vicky-. Después, las cosas del amor se torcieron y hoy cada uno mira el mar desde la otra orilla viendo pasar el tiempo. También le hemos dicho adiós, la ciudad, a Pedro Aparicio, «un Quijote que perseguía quimeras y anteponía el honor ante todo», en palabras de su hijo. Andrés García Maldonado, y yo mismo, hablamos de su sentido de la libertad. El nuevo centro de documentación del Cervantes llevará su nombre, pero su recuerdo lo guardamos todos los malagueños. En esto, Alfredo Taján recita unos versos que reunió en Nueva usura: «La soledad atroz no tiene nombre / ?se aposenta en la tenue luz del día / cumple ruin en la noche su osadía ?/ e intenta devorar la paz del hombre».

cima@cimamalaga.com