Lo que Luis Bárcenas, el extesorero del PP, oculta sólo él lo sabe, aunque tras su salida de prisión, en la que no ha estado ni dos años, tiene cogido por el cuello o por otras partes de su anatomía a muchos que, de momento, permanecen ajenos al inmenso pozo de escoria e indignidad que es el caso Gürtel y sus piezas derivadas. Quien crea que el onubense que gusta de vestir abrigos caros ideó él solito la caja B del PP es que está aún atravesando una infancia mental y, quien intenta explicarlo, se cree que la ciudadanía es imbécil. He echado de menos en este caso más interlocución de los populares con los ciudadanos, en el sentido que hay que entender ese diálogo: abrir las bolsas de basura que tanto gustaban a Maite Zaldívar para airear lo que hay dentro, dejar que el cirujano judicial extirpe los tejidos cancerosos y ponerse a disposición de policía, jueces y fiscales. Como no se arreglan las cosas es usurpando vilmente el twitter del Ministerio de Justicia para defender la actuación del PP. ¿Qué tiene que decir Aznar de todo esto? Nada. O por lo menos eso parece. Claro que esto que se achaca al PP también lo ha hecho el PSOE con los ERE o los cursos de formación. Todo el mundo trata de evitar la foto de Chaves y Griñán, dos expresidentes de la Junta, sentados en el banquillo de los acusados a unos meses de tres citas electorales seguras.

De cualquier forma, de lo que quiero hablarles hoy es de la salida de Bárcenas, que no ha rozado los dos años de prisión preventiva, y de la diferencia de criterio para con delitos parecidos en relación a Juan Antonio Roca, que pasó, uno tras otro, cuatro años de prisión preventiva por el caso Malaya. Hay juristas que se han puesto en contacto con este periódico para señalar esta diferencia de trato para uno y otro. El «Luis, sé fuerte», se ha repetido estos días hasta la saciedad en distintas redacciones del país, y uno no llega a entender muy bien por qué unos sí y otros no, o tal vez depende todo de la información que manejen uno u otro.

Juan Antonio Roca lleva nueve años en la cárcel y suele decir a quien quiera escucharle que compañeros suyos con delitos de sangre han salido ya de permiso, mientras que él, con toda la responsabilidad civil del caso Saqueo 1 pagada (un tercio, que es lo que le corresponde, por más que diga alguien por ahí que la información es incorrecta), buena conducta y más de 100 millones de euros de su patrimonio intervenido sólo disfrutó de una semana en 2008 cuando un juez de Marbella lo dejó en libertad.

Parece que, como alguien dijo, Luis sigue siendo fuerte. Y mucho.