Por supuesto es ir contra corriente pedir un respeto para los muertos, y más en concreto para los cadáveres. ¿Cuándo hemos empezado a perdérselo a chorro? Quizás todo venga de la incineración industrial de los cuerpos, de la prisa por deshacernos cuanto antes de ellos sin dejar rastro. Sin embargo el culto a los muertos, y a sus restos, forma parte de nuestra civilidad. Caramba, ¿no venimos de Antígona, que se enfrentó al poder para dar sepultura a su hermano? ¿Es peor echar un cuerpo a los perros o andar tras los despojos con gesto babeante para someterlos a las injurias del escudriñamiento científico? Estaba en esto cuando me viene la siguiente historia: Don Quijote sale de nuevo al mundo, montando a Rocinante y con Antígona a la grupa, e irrumpe en el Convento de las Trinitarias persiguiendo lanza en ristre a los ultrajadores de Cervantes, su dios creador, que huyen despavoridos.