¿Por qué hablamos tanto del tiempo? A un viejo amigo muy mayor, al que encuentro por la calle, le digo que lo veo bien, pues ya se ha instalado en la inercia, que es la que lo mueve todo, incluso la quietud. Seguramente hablamos tanto del tiempo también por la inercia de cuando el estado del tiempo condicionaba la vida, no como ahora. Debido a eso mismo, o sea, a que ya no haya motivos para que el tiempo nos asuste, se recurre a expresiones temibles para nombrarlo. Una ciclogénesis expansiva, como la que se anuncia para el Norte estos días, asusta por sí misma, y evoca incluso al Big Bang originario. En una sociedad segura necesitamos algo de miedo para sentirnos bien, o simplemente para sentirnos, y cuanto más segura es más miedo necesitamos, pues el sistema límbico está listo para enfrentarse a él en nuestra defensa, y lógicamente, o por inercia, defiende su puesto de trabajo.