El personal lleva tiempo haciéndose cruces, y no para, sobre el hiperapoyo mediático a Podemos. ¿Cómo es posible? ¿los responsables de las galaxias Gutenberg, Edison y tal y tal y tal no se dan cuenta de su temeridad? ¿no ven riesgos? ¿por qué lo hacen?

La respuesta es tan sencilla como radical. Por eso no se apunta: la pereza mental es enorme.

Vamos allá. Podemos es un partido neocomunista por decirlo de una forma fina y posmoderna. ¿Y qué hace cualquier partido comunista, con o sin el prefijo neo, en relación a los medios lo diga o no lo diga? Es evidente porque siempre ha sido así: nacionalizarlos. Mejor sería hablar de incautación pero vamos a seguir transitando por escenarios eufemísticos.

Tal es la madre del cordero. Y para los que aún no se han enterado del fondo del asunto habrá que abundar con algunos detalles menos agradables, claro.

El grueso de los medios de comunicación españoles está quebrado o en difíciles circunstancias o poniendo las barbas a remojar porque las del vecino ya han sido peladas.

En esas coordenadas si llegan los neocomunistas al Gobierno y se incautan de las sociedades editoras -previo pago de algo, claro, que para eso son neo- miel sobre hojuelas para los muchos que están hundidos y albricias para los pocos que van bien porque a ver qué competencia les podrán hacer los medios dirigidos por coriáceos sanedrines de comisarios políticos.

Todos ganan: ¡viva Podemos!

Y en cuanto a los periodistas, y sin dudar ni por un instante de la sacrosanta independencia, es evidente que convertirse en funcionarios sería un chollo y más aún en las actuales condiciones. Menuda bicoca.

¡Viva Podemos mil veces! Ciertamente habrá que sacrificar la libertad, pero, ay, más cornás da el hambre.