Los populismos están desprestigiados, pero no dejan de ser una reacción sana frente a la tendencia aristocratizante. Por ejemplo, la denostada selfie es una respuesta popular contra el monopolio de las pantallas por la aristocracia de la imagen. Pantallas mínimas, pero si la imagen se convierte en trending topic puede llegar a tener más difusión y eficacia que la de un aristócrata de los medios, maquillado con primor y con la lección bien ensayada. Los blogs son una reacción frente a la aristocracia literaria y libresca. En política el censo de los que mandan es siempre númerus clausus, pero una cosa es el número y otra las caras. A través del populismo las caras se renuevan, y la aristocracia deja de ser un coto, o sea, deja de ser aristocrática. En las sociedades democráticas hay una tendencia natural a la democracia, lo que no deja de ser normal (lo anormal sería lo contrario).