Hay días en la ciudad en los que, a las ocho de la tarde, o das una conferencia o te la dan. Ahora no. En estas fechas, o presentas una lista electoral o te incluyen en ella o te la presentan a ti. El PSOE presentó ayer la suya por Málaga al Parlamento andaluz. Pero ya la había filtrado antes. Y además un poco antes había dado a conocer la del Ayuntamiento de Málaga. Y la de otros municipios. También el PP anda magreando las suyas, e IU, y se van filtrando y publicando entradas y salidas.

Con tantas listas, además de la de Mercadona y la de los deberes, se hace uno un lío grande y todo le suena al que suscribe a ya visto, a mascado y gastado, a leído y manido, a jugado y ensayado. Ve uno los nombres y ni siquiera acierta del todo a recordar de qué son los consejeros, con tanto cambio de Gobierno. Ayer alguno se cachondeaba en Twitter con razón diciendo que a ver quien era el primero en decir que la candidatura socialista al Parlamento andaluz por Málaga «aúna experiencia con renovación», a lo que otro respondía, certero, que esta vez no lo iba a decir nadie siendo verdad. La última vez que una lista electoral produjo entusiasmo debió ser para diputados en las Cortes de Cádiz. Bueno, también la de Podemos para el Parlamento europeo, que se saldó con un éxito inesperado. Una de sus componentes, Teresa Rodríguez, irá ahora como uno por Sevilla al Parlamento y como candidata a presidir la Junta. Ayer ya se estrenó en una entrevista en los estudios de Canal Sur, lo cual la bautiza ya como miembro del sistema político andaluz convencional y establecido. Susana Díaz premia a sus consejeros concediéndoles la continuidad en las listas electorales: Alonso y Maldonado (parece que va a recitar uno la lista de los comuneros) van de uno y tres. El aparato provincial por su parte introduce aire fresco con Beatriz Rubiño, que va de dos y conoce bien lo que son los avatares de la crisis. Es politóloga, profesión nunca tan en boga en la política. Se han caído Remedios Martel y Rosa Torres, a la que Francisco Conejo y Miguel Ángel Heredia han hecho alguna promesa por ver de que los gritos en el cielo no se oigan hasta en el infierno. Javier Carnero, buena incorporación, va de quinto. Ahí acaban más o menos los puestos seguros. En el PP aún tienen resaca del bautizo del niño Bonilla a cargo del sumo sacerdote Rajoy en Torremolinos, que vino a tratar de multiplicar los votos y los peces en la tierra del pescaíto. Los tiburones los tiene más bien en Madrid.