No sé si Bárcenas está ya de vacaciones. Lo cierto es que hace días pidió permiso al juez para largarse fuera, a descansar, que debe de estar agotado, el pobre, después de todos estos meses de jugar a la cartas y dar paseos por el patio de Soto del Real.

Yo también quería haberme escapado un fin de semanas de estos, pero no he encontrado hueco. Ni hueco ni dinero. Cuando no es por hache es por be, el caso es que aquí sigo, amarrado a la mesa. No he tenido tiempo ni de reponerme de la gripe, que este año parece que ha venido para quedarse. Sería estupendo que mis vacaciones de invierno solo dependieran de la autorización de un juez. Si le cuento a Bárcenas todo lo que he de poner en orden antes de escaparme unos días a la nieve, regresa voluntariamente a la trena.

Menos mal que odio la nieve. Tengo al frío una alergia insuficientemente estudiada por la ciencia. Estos días en los que la mitad del telediario estaba dedicaba a los pueblos aislados por el temporal, veía la tele con abrigo y con gorro. Si una de las condiciones para ser millonario, como Bárcenas, es que te guste el esquí, jamás lo seré. En cierta ocasión monté en un telesilla y llegué al otro lado acatarrado, pese a que era verano. Mi aversión al frío es de tal calibre que intenté colocar un pequeño radiador de calefacción dentro del frigorífico. Mi familia se opuso y ganó la partida, pero cada vez que abro su puerta y veo la carne de gallina del pollo, me afianzo más en mi convicción de que las neveras, los congeladores sobre todo, deberían disponer de algún sistema de calentamiento.

Bárcenas, si el juez le ha dado permiso, estará ya en Canadá, con su Rosalía, enfundado en un mono de poliuretano, o de lo que quiera que sean esos monos, intentando olvidarse de los problemas cotidianos a los que usted y yo continuamos esclavizados. Personalmente, esta semana he de llevar el coche a la ITV y hacerme unos análisis de sangre, además de recoger a mi nieta del colegio. Significa que aunque el juez me autorizara a salir, me resultaría imposible. Bárcenas, estando casi preso, es más libre que cualquiera de nosotros.