Es verdad que Podemos no acaba de concretar las propuestas y en el camino hacia las elecciones puede resentirse de esa carencia y perder parte de lo que ha ganado con su actitud y con su diagnóstico del estado de la nación (y del estado de ánimo de la nación). Pero también se está a la espera de una propuesta -una- del PSOE del nuevo. Excluyo al PP, donde ni siquiera se han elegido a los candidatos porque Mariano Rajoy tiene el dedo vago y el gobierno, desde el cual trabaja en dos aspectos: comprar votos anunciando rebajas temporales de impuestos y vender datos macroeconómicos desde la megafonía gubernamental.

Así que vamos a Pedro Sánchez que no ha podido dar ninguna idea que no sea una vuelta de tuerca más en algún asunto de género porque tiene que dedicar la mayor parte del tiempo a asegurar su liderazgo y el resto a conseguir el asalto a los cuartos de estar que empezó con el asalto a las parrillas televisivas, entrando desde el primer día hasta la Sexta Noche, de voz con Jorge Javier y de cuerpo entero con Pablo Motos, Ana Rosa, Risto, Calleja, Évole, La Barneda y el Ruiz, el Iñaki López y la Andrea Ropero. Lo último es que está haciendo fichajes en el mercado de invierno para asaltar las parrillas televisivas y los cuartos de estar.

Sánchez tiene un máster en liderazgo público por la IESE, una escuela de negocios del Opus Dei, valga la redundancia. No sabe uno qué enseñan en liderazgo público, ni en la teoría ni en la práctica, quizá que para que un jefe sea tomado como tal por los propios tiene que firmar con la oposición acuerdos con los que está en desacuerdo (la prisión permanente revisable del pacto de Estado contra el terrorismo yihadista). Además, siendo el secretario general del todos, no puede tomar una decisión o cometer un error en Madrid, sin contarlo en Sevilla, quizá para que no se le escuche. De tomar decisiones en Sevilla, que apesta, ni hablamos.