Las tardes de sábado eran allí memorables. Las respectivas colas para las taquillas de los cines Astoria, Victoria, Albéniz y Andalucía podían casi llegar a tocarse cuando en cartel se anunciaba un súper-estreno, enroscándose alrededor de las respectivas fachadas. Un espectáculo difícil de evocar hoy ante la triste imagen que ofrecen tres de los cuatro inmuebles citados, pues el Albéniz se salvó de la quema. Nunca mejor dicho. Una vez que el futuro del solar del cine Andalucía parece despejarse en forma de hotel (¡otro!) queda por concretarse qué ocurrirá con la más estratégica de las manzanas, la del Astoria-Victoria. Determinadas voces llevan reclamando desde hace tiempo su desaparición y la ampliación de la plaza de la Merced hasta calle Victoria, y con los aires pre-electorales vuelve a surgir la cuestión, confundiendo los peticionarios la calidad del espacio urbano con la cantidad de metros cuadrados, y olvidando aspectos como la escala y la armonía de las proporciones. Pero descorramos el velo, como sugieren, mientras nos prometen unas espléndidas vistas a la Alcazaba y al pinar de Gibralfaro. ¡Tachán! ¿Qué vemos? Nada de lo esperado. La desangelada cubierta de un parking subterráneo -plaza, la llaman los más optimistas-un túnel y unos bloques de vivienda feos y grandotes. Ah, sí; allá a lo lejos, cada vez más pequeñita, la torre del homenaje de la fortaleza, detrás de un jaleo de coches y autobuses. ¿Y desde Alcazabilla? Qué buen fondo de perspectiva proporciona el volumen del antiguo cine, y cómo ordena los distintos vacíos y encauza recorridos, y qué magma informe surgiría de su eliminación. Qué buena oportunidad ahora, ya que nuestros gestores nos han llevado hasta aquí, para sustituir esa manzana por un equipamiento construido verdaderamente útil. Un concurso abierto de ideas suena bien, y que se ejecute cuando sea factible.

*Luis Ruiz Padrón es arquitecto