José Bono ha presentado un libro. Qué le vamos a hacer. Estas cosas pasan. Y no es la primera vez. Bono es como Pla en lo que atañe a aquello que el ampurdanés calificara en el Quadern gris como «la diabólica manía de escribir». Es como Pla sólo en eso. Bono va a un pueblo y lo anota. Con quién ha comido, cómo está la hija de Eufrasio, que andaba enferma; qué vino ha probado, a quién ha estrechado la mano, qué inversión se hizo en esa comarca. Con esas notas, contrata a un negro que se lo pone bonito, le da algo de estilo y ya está el libro en la calle. Y en las librerías y las tertulias. Bono está de gira. No se calla ni bajo agua. No deja de escribir ni bajo agua. Enreda. Va. Viene. Organiza cenas. Da consejos. Maquina. Sibilinea. Seguramente lee a Mazarino («nunca exhibas todo tu poder, así nunca sabrán cuál es su límite»), a los teóricos del marketing político y la socialdemocracia pero también a los pregoneros de pueblo y a los columneros y columnistas de la corte. En esta gira promocional del libro ha hablado... de política. Y ha dicho que los pactos de los PSOE, como el andaluz, han de tratarse en el comité federal. A Susana Díaz, que escribe y lee menos pero habla lo mismo, le ha faltado tiempo para contestarle diciendo que a ella no le va a condicionar los pactos nadie. Bono a lo que se ve es partidario de un bipartidazo, o sea, un pacto con el PP. Bono tuvo pesadillas húmedas soñando con un Gobierno en el que compartiera Consejo de Ministros con Gallardón. Tal vez antes de que Gallardón se convirtiera en lo que seguramente siempre fue: un ultra. Susana Díaz no sabe con quién va a pactar pero sabe que ha de marcar territorio. Incluso si supone desobedecer al máximo órgano del partido al que dice entregarse en cuerpo y alma.

Nuestros políticos están en primero de Pactos. No ha habido nunca un Gobierno de coalición en España y los que se han trenzado en autonomías y ayuntamientos eran: el PSOE con cualquiera que no fuera el PP. Ahora la geometría va a más variabilidad. Más partidos en los parlamentos. Más líderes, más flexibilidad. Más opciones de derechas y de izquierdas. Cada vez que Susana Díaz habla de pactos admite que no va a ganar por goleada. Además de los pactos, otro arte va a consistir en no pactar. ni coaligarse. Gobiernitos que caerán al segundo año de legislatura por no poder sacar adelante los presupuestos o perder todas las votaciones. El libro de Bono se llama Diario de un ministro y está editado por Planeta. Dice que todo lo que cuenta en él es inédito. Y que no ha traicionado el secreto del Consejo de Ministros («lo que no es secreto es lo que después se comenta en el café»). No sabemos si Díaz escribirá el diario de una presidenta. O el diario de una ministra. Con que redactara el diario de una campaña ya sería la cosa jugosa. También podría escribir ese diario de campaña Mariano Rajoy, que anuncia tres nuevas visitas a Andalucía. Rajoy parece el candidato, el oponente de Díaz. Vive montado en el AVE y en los problemas. Pedro Sánchez lo puso ayer a cien en la sesión de control al Congreso. A lo mejor todo es una estratagema del líder socialista para irritarlo y que llegue faltón y chulesco, hiriente a Andalucía y ponga a Susana Díaz de vuelta y media. Van los tiros de la estrategia pepera por desquiciar a la candidata socialista. Ahí están las palabras de Soraya. En el debate ya hubo un par de planos que le hicieron a la socialista un mal favor: se la veía malencarada. Molesta. Su hábitat no es la política, como dicen sus panegiristas. Su hábitat es cierta política. No es como Bono, que ni aquejado de grafomanía deja de hacer política.